Suenovela Competitive Intelligence|Ad Analysis by SocialPeta

Suenovela Competitive Intelligence|Ad Analysis by SocialPeta

SocialPeta
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Competitive intelligence is the first step in our marketing intelligence work and one of the most important parts. Only when we understand the details of our competitors can we formulate a correct and effective marketing strategy.

In this report, SocialPeta analyzes the Suenovela's ad analysis from multiple aspects and helps you see the competitive intelligence of top grossing apps Suenovela.

Now, I'll tell you how to gain a competitive advantage by SocialPeta.

1. Basic Information of Suenovela

App Name : Suenovela

Logo

Suenovela-SocialPeta

OS : iOS

Network : Facebook,Instagram,Messenger

Developer : STARY PTE. LTD.

Publisher : Instagram,Facebook

Total creative ads during the time period : 3,889

Duration : 51

Popularity : 237,030

Check ASO Keywords of Suenovela

2. Suenovela’s Competitive Intelligence

what is competitive intelligence? Competitive intelligence is the most important part of our marketing. Only when we fully understand the overall situation of our competitors and the market can we make accurate judgments.

Before advertising, we usually use various tools, such as SocialPeta, to check the details of competitors' ads. In this report, we will analyze the recent advertising performance of advertiser Suenovela in detail to understand its advertising strategy.

Trend of Category

There are many types of creatives. We mainly analyze the trend of the ad creative category of Suenovela in the recent period. As of 2021-03-15, among the Suenovela‘s ad creative, the Html category's proportion is 0.0%, Video category's proportion is 44.88%, Playable Ads category's proportion is 0.0%, Image category's proportion is 55.12%, Carousel category's proportion is 0.0%.

Ad Network Analysis

The network that SocialPeta monitors can cover almost all mainstream channels in the world. Understanding the competitor's advertising channels is the first step in marketing work. According to the analysis of SocialPeta, we can see that in the date of 2021-03-15, Suenovela's the proportion of networks impressions are placed like this:

Audience Network's proportion is 25.27%,

Messenger's proportion is 24.99%,

Instagram's proportion is 24.91%,

Facebook's proportion is 24.83%,

's proportion is .

In the date of 2021-03-15, Suenovela‘s network with the most ads is Audience Network and its proportion is 25.3%.

3. Top 3 Ad Creative Analysis of Suenovela

This is the detailed information of the top three ad creatives with the best performance among all ad creatives of Suenovela. We can see some advertising trends.

Top 1 Ad Creative of Suenovela

Ad Details :

Headline :《Un servicio al jefe》😍Instala suenovela para continuar leyendo

Text :Mi jefe me llevó por la mano entre las personas, y una conductora nos detuvo. - Señor Rizzo, de la televisora Montreal ¿nos permite unas preguntas? – preguntó ella, ignorándome completamente. - Claro, pero primero… - jaló de mi mano con suavidad y me acercó más a él – permita que le presente a mi coordinadora de producción, y mi acompañante de esta noche, la señorita Fiore. - ¿Su acompañante? – preguntó la conductora confundida – ¿eso quiere decir que no veremos esta noche a la modelo Elena Port? Observé como él fruncía el ceño y tensaba su mandíbula, señal de que parecía algo irritado, apretó mi mano un poco y ya me iba a quejar cuando me soltó y sentí como pasaba su brazo por mi cintura. - Como le comentaba, la señorita Fiore, mi acompañante de esta noche y mi novia actual. - ¿Y usted señorita Fiore? ¿Cómo es la relación amorosa y laboral con uno de los directivos más representantes del país en la industria de la moda? – preguntó ella, y la palabra “amorosa” no dejaba de palpitar en mi cabeza. - Bien, complicada, pero bien - logré decir. Primero Atine a decir un par de palabras de disculpa, antes de que de la nada él solo me dijera que me callara. Solo asentí, era normal que estuviera molesto e irritado, claro que era normal. Pero tampoco me merecía ese trato tan despreciable. - ¿Podrías irte? – dijo, mientras se dejaba caer en el sillón más cercano y me daba la espalda. - Claro – me acerque a la puerta y salí de ahí sin voltearlo a ver. Llegue a mi cubículo, parecía todo un poco más alocado que días anteriores. Serena que era mi compañera de a lado, se permitió un momento para poder conversar conmigo. - ¿cómo te fue? - Mal, está hecho una furia - contesté, mientras acomodaba unos expedientes. - ¿Y luego? – preguntó un poco ansiosa. - Y luego… nada, me dijo que me fuera. No sé si me llamara más al rato. - Lo más probable… ¿sabes? Dicen las chicas que esta así porque su novia le puso los cuernos. - ¡Por Dios! ¿qué niña le pondría los cuernos a semejante hombre? – pregunté más para mí que para Serena. - Tal vez una niña que no recibe amor y veo Sarah que te encanta el jefe… o ¿no? - Cállate, solo admito que es apuesto. - ¡Claro que es apuesto! Además de rico, apareció en el puesto tres, en la revista Forbes. No supe que mas decirle. El jefe era apuesto, alto, con el cabello negro, de tez clara y esos ojos castaño dorado, era delgado de complexión musculosa, pero todos esos atributos no servían para tapar el horrible carácter que tenía. ¿Qué culpa tenía yo de que su novia le pusiera los cuernos? Otra vez, una noche más saliendo tarde la oficina, ya casi todos los demás empleados se habían ido, observe la oficina del jefe por encima de mi hombro y por debajo de la puerta veía salir luces. - Así que sigues ahí – solté un suspiro, cheque mi reloj de muñeca por décima vez. Quería ir a preguntar si me podía retirar, pero tenía cierto temor de encontrarme con la fiera de horas atrás. ¡Estoy cansada! - ¿Se puede? – pregunté al tocar. - Pase Lo encontré sentado enfrente de su escritorio, la corbata deshecha alrededor de su cuello, el cabello revuelto, y sus ojos clavados en un par de muestrarios de telas. - ¿qué necesita señorita? – preguntó sin voltearme a ver. - Señor, ya son casi las 10 de la noche me preguntaba ¿si me necesitaba para algo más, o ya puedo retirarme? – pregunté con cierto temor. - Las diez… - susurro, dejo los muestrarios sobre el escritorio de caoba y se volteó a verme - ¿Por qué no se ha ido, si ustedes salen a las 8? - Pensé que el señor me llamaría para conversar sobre el tema que quedo pendiente… - no debí recordárselo, pero él había preguntado. Observe como frunció el ceño y me preparaba para otro momento de “mala actitud” - Entiendo… ya olvídelo – tomo su saco, agarro su celular y se movió hacia mí – vamos, la llevo a su casa. - ¿Co-cómo? - ¿trae coche? - Oh no, pero… - Entonces muévase. Paso por delante de mí y mis ojos se clavaron en su cuello, odiaba la forma tan demandante como “pedía” y hacía todo, lo odiaba, pero bien tenía que admitir que la solicitud de llevarme no podría negársela, tardaría años en llegar sí tomaba el metro y el bus de regreso a casa. Llegamos al estacionamiento del edificio, con tristeza vi que solo quedaban escasos 3 coches más, caminamos hacia el fondo y su Mercedes Benz azul marino, estaba estacionado. - ¿A dónde la llevo? – preguntó, mientras encendía el coche. - Al norte, señor, yo le indico. - Correcto Los primeros minutos del camino, fueron de un silencio casi sepulcral, de no ser por la música que salía del reproductor la cual solo era clásica, todo el trayecto hubiera sido silencioso. Lo vi de reojo, no parecía tener más de 35 años y sus gustos eran muy aburridos - Señorita – susurro él, y pauso un momento - Le debo una disculpa por mi comportamiento de horas atrás, creo que en efecto fue descortés de mi parte. Mis ojos se abrieron desmesuradamente, mientras trataba de obligar a mi mente a recordar hasta la más mínima palabra antes escuchada. - No, no hay problema señor, entiendo que… este pasando por malos días. - ¿Disculpe? Se volteó a verme, justamente en ese momento había parado por un semáforo en rojo, sus ojos dorados me taladraban con lentitud, como si con eso me obligara a decirle todo y cada una de las cosas que por mi mente pasaban. - Na-nada – respondí con rapidez. - Se a qué se refiere, pero admito que aquello no tiene nada que ver con la actitud que tome para con usted – dijo, aparto sus ojos de los míos y continuo manejando - Entiendo. – aunque no entendía si estábamos en la misma sintonía y hablábamos de lo mismo, pero lo mejor era no preguntar. Llegamos a mi edificio de departamentos, observe como él los miraba detenidamente, seguramente imaginando que no se comparaba en nada con el pent-house que tenía en el cuadrante este. - Muchas gracias, Señor, que pase buena noche – me apresure a abrir. - Espere… - dijo mientras detenía mi mano que iba a la manija de la puerta y la ponía sobre mi regazo con suavidad. – La necesito mañana temprano, en las oficinas - Entiendo, llegare a las 9 am en punto, señor. - No, la necesito a las 7am En mi mente ya empezaban a fluir grandes palabrotas para el cabezota que tenía en frente, pero era mi jefe, era una ¿orden? - Pasare por usted, a las 7 en punto – dijo, mientras me abría la puerta desde adentro – Pase buena noche. Me baje con rapidez, apenas cerré la puerta, él arranco y se perdió al voltear en una esquina de la cuadra. - ¡Maldito! – dije y entre al edificio muy disgustada. Al levantarme al día siguiente, me costó bastante, tome un baño muy rápido, seque mi cabello y me puse lo más presentable que pude, pensé que era superfluo mi comportamiento, pues solo era mi jefe. Pero al final de todo, lo vi necesario. Faltaban 10 minutos para que dieran las 7, cuando vi el Mercedes de ayer estar estacionado en frente de la banqueta, termine de cerrar la puerta del edificio y me dirigí hasta el lujoso coche. - Buenos días señor – dije suavemente, mientras me subía al coche. - Buenos días, tome esto – dijo, mientras me pasaba una carpeta de aros, de tamaño mediano – necesito que me ayude. Abrí la carpeta, era la planificación de la próxima colección otoño-invierno, estábamos a escasos un mes de presentarla. - Sé que usted está ocupada con la coordinación de producción, pero necesito su apoyo para el gabinete de prensa. - Entiendo, señor. - Necesito que se confirmen las asistencias de invitados, haga las convocaciones a la prensa, decida los asientos de invitados y me consiga un jefe de prensa. Y también, necesito su apoyo para el plan de comunicación, idear una estrategia para dar a conocer la marca, informar y crear noticia, para llamar la atención. - Me parece bien. Llegamos a la oficina, y me fui corriendo a mi cubículo para comenzar de una vez, la oficina estaba vacía, agradecí por aquello, pues no tenía que dar explicaciones al llegar con mi jefe. No quería que nadie lo malinterpretara. Cuando termine con las llamadas, ya era más de medio día y había algo que me llamaba la atención y era que como “acompañante” del jefe, no había ningún solo nombre, me debatí contra mi mente durante varios minutos, el pensar si era correcto hacerle ver este pequeño e insignificante detalle, luego decidí que no era correcto pues podría invadir su privacidad, pero después me imagine siendo castigada por no haber puesto a la persona correcta, por no haber preguntado y dejando a mi jefe en absoluta soledad durante la presentación. Finalmente me decidí comentarle. - Pase – escuche su voz profunda del otro lado de la puerta. - Señor, he terminado con lo que me pidió, ya tengo a 80 personas confirmadas y las que falta quedarían de avisar a más tardar mañana por la mañana - Correcto, y ¿prensa? - Se confirmó dos televisoras nacionales, una internacional, de prensa gráfica nos ofrecieron dos artículos en revistas de moda, tengo al fotógrafo para el backstage, y al equipo de cámara que cubra el evento, tengo al señor Joseph Duperon como editor responsable y a Cristina Sevadua como directivo de publicaciones y solo estoy en espera de confirmación de dos bloggers para prensa on-line. - Está bien ¿Ya armo la estrategia de comunicación? - Sí, señor, enseguida, solo… - ¿Solo? – se volteó a verme con frialdad y detenimiento, supongo que esperado malas noticias. - Necesito el nombre de su acompañante, para mandarle la invitación, llamar y confirmar. Me voltee a seguir haciendo mis anotaciones, dándole a entender que para mí, no tenía ni la más mínima importancia, escuche un suspiro y vi de reojo como tomaba un post-it y escribía algo, después me extendió el papel. - Puede poner este nombre y que por favor confirme para antes de la hora de comida – dijo, mientras sonreía de medio lado. - Si señor – contesté, mientras tomaba el papel, y contemplaba el nombre con aquella perfecta caligrafía. “Srita. Sarah Fiore” - Pero señor – dije, no comprendía nada, releí unas 10 veces y hasta parpadee otras 5, pero ante mis ojos una y otra vez aparecía mi nombre. - ¿Pero? - ¿Es una broma? – me voltee a verlo, con el ceño fruncido, y mi ego pisado – porque entonces sus disculpas de ayer, no valdrán nada, porque esto es… - ¿Puede confirmar antes de la comida, o va a necesitar más tiempo, señorita Sarah Fiore? – pregunto mientras me daba la espalda, y se volteaba a ver por el gran ventanal. - ¿Está hablando usted en serio, señor? - ¿Acaso he bromeado con usted sobre asuntos laborales? - Claro que no, usted es muy serio, pero siempre he estado coordinando el evento desde backstage, por eso yo no estoy… - Es usted muy competente debo admitirlo, sabe lo que hace y lo hace muy bien, y nunca he pensado lo contrario – dijo, mientras detenía sus ojos en mí y me miraba de forma sincera – necesito a alguien que sepa de este mundo y no solo una cara bonita que se preste a ser fotografiada y filmada mientras yo acaparo la atención. Al ser mi acompañante, va en representación de la empresa y no mía. ¿ha entendido? - Si – sin desearlo, sus palabras habían creado un sonrojo involuntario y bastante notorio, me distraje acomodando el pedazo de papel con mi nombre entre las hojas de invitados, para evitar verlo a los ojos. - Entonces, confirme antes de la comida, puede retirarse. Contemple un par de momentos aquel papel, antes de ir con el equipo de trabajo y diseñar estrategias, cheque la lista, me anote, y a un lado puse “Confirmado” Aquel día me fui temprano a casa, el jefe no me llevo, ni tampoco volvió a decirme que a las 7am me esperaba para el día siguiente, sin embargo, supuse que debía prepararme por si algo como que llegara a buscarme se presentara, pero eso no paso, ni al día siguiente, ni al después de ese, ni en esa semana. Estábamos a 15 días de la presentación y mientras veía a las modelos pasar a fittings, pronto caía en la cuenta que no tenía nada que ponerme y que el hecho de que eso me afectara mucho más por ser acompañante del presidente, me ponía más nerviosa y mucho más estresada, en busca de ayuda “profesional” decidí contarle a Serena. - ¿Me estás diciendo que serás acompañante de nuestro jefe? ¿el señor Arturo Rizzo? – preguntó como por quinta vez, mientras caminábamos por las tiendas departamentales – ¿de Arturo Rizzo, nuestro jefe? - Si Serena, ¿qué tiene? - Eres su empleada, él es tu jefe – dijo - Lo sé, pero él dijo algo como solo por trabajo… - ¡Ah claro que solo por trabajo! no creo que después de andar con semejantes modelos profesionales y actrices internacionales se conforme contigo, Sarah. - ¿cómo? ¿Y dices algo así, siendo mi amiga? – dije algo molesta, más porque sabía que era verdad, aunque en realidad en ningún momento me pensé como siendo algo más de este señor petulante, de carácter soberbio y de modales malos. – Aunque se bien, que nunca pasaría. - Qué bueno que eres consciente de eso, Sarah. Además sí te digo algo así es porque somos amigas. Ese día no conseguí más que una peineta, pero al llegar a casa, el portero me entrego una caja y un sobre con ella. Contemple un rato el sobre, solo tenía mi nombre en él, conocía esa letra, era de él. Abrí el sobre con emoción y me encontré con la invitación sellada impresa en un papel mate con letras color borgoña y tacto de satín, seguido de eso una nota firmada por él que leí con torpeza al inicio, como no entendí nada, tuve que reiniciar mi lectura por segunda vez. Ignorando si tienes algo que ponerte para el día de presentación, me tome el atrevimiento de escogerte algo, de tener las medidas erróneas, hazme el favor de notificarlo. Por otro lado, ese día mandare por usted alrededor de las 10pm, trate de estar lista antes de la hora. Arturo Rizzo. Me dirigí al paquete y lo abrí para hallarme con el contenido, parecía algo irreal, y casi como un cuento de hadas, de tanto brillo y elegancia. Saque aquel vestido color rubí, era realmente hermoso y delicado, me asuste un poco al ver el escote que se deslizaba por la parte de atrás y me sonroje al pensar que él lo había escogido, tenía un corte imperio, con los hombros descubiertos, contemple la siguiente prenda, eran un par de zapatos plateados, con cintas alrededor de él y con tacón fino tipo stiletto, los deje en el suelo, y cuando vi la tercera pieza, tuve que contener el aliento un segundo al abrir la caja de tamaño mediano y observar su contenido, era una gargantilla con pequeños brillantes y unos pequeños pendientes - Esto es demasiado – susurre para mí misma. No pude evitar no pensar en él, y en que le agradecería en la primera oportunidad que le viera, agradecí mentalmente que no hubiera encontrado un vestido, pues estoy segura que ninguno se compararía con el que ahora descansaba sobre mi cama. Segundo A una semana de la presentación, me empecé a sentir nerviosa, siempre había estado checando la presentación desde backstage, en esta ocasión el solo saber que estaría sentada en el front row y que iría como acompañante de nuestro directivo me ponía bastante nerviosa. El día esperado llego, fuimos al recinto temprano para checar los ensayos en pasarela, las últimas pruebas de vestuario, también la iluminación del set y confirmar a los últimos invitados para hacerles lugar en los asientos. Antes de dejar el trabajo, afine algunos detalles con el jefe. - Señor Rizzo, ¿nuestro diseñador Leonardo De Rosa ha hablado con el jefe de prensa? - No lo he checado ¿Por qué? - Hay un par de reporteros y una blogger que quieren hacerle entrevistas y necesitaba confirmarlo. - Yo le comentare a Leo y que el publirrelacionista arregle eso con prensa. - Perfecto, entonces me retiro ¿necesitara algo más? – pregunte, mientras veía como levantaba la mirada de su iPad y me miraba largamente. - No, puede retirarse, no se olvide de ser puntual. - No se preocupe, señor. Llegue a casa con tiempo de sobra, tome un baño caliente y comencé la interminable rutina de arreglo, el cabello fue lo que más me dio problemas, al final opte por amarrarlo en un moño alto, con algunos cabellos cayéndome alrededor del rostro, de esta forma la atención venía directo a mi cuello donde descansaba el collar y por detrás dejaba el protagonismo al gran escote. Unos minutos antes de dar las diez en punto, observe que una limosina aparecía aparcada en frente de la banqueta, suspire lentamente y baje. Pero para mi sorpresa, la limosina estaba vacía, cuando le pregunte al chofer ¿Dónde se encontraba el señor Rizzo? Él dijo que llegaría solo. ¿Solo? yo era su acompañante, ¿Por qué ra...yos iría solo? Pensé que había confundido su solicitud, por un momento hasta creí que estaba haciendo todo de la manera equivocada. Pero me tranquilice al pensar que tal vez, solo tal vez, él se había retrasado en la compañía. El recinto comenzaba a ser ocupado, meseros caminaban con charolas y bebidas en ellas, fotógrafos por todas partes, algunas televisoras en sus sets pequeños entrevistaban a personas reconocidas y famosas, mientras las azafatas empezaban a colocar a la gente en sus lugares sentí algo de desconfianza, estaba incomoda, por momentos pensaba que no pertenecía a este lugar. - ¿En representación de quien viene, señorita? – dijo una voz tras de mí, mientras sentía un agarre de mi brazo. Al voltearme, un hombre alto de piel oliva, de ojos grises fijaba su mirada en mí, lo observe largamente y por un momento olvide su pregunta. - De la empresa Elemental, soy coordinadora de producción – comente mientras notaba que su mano se resbalaba con suavidad hacia mi cintura. - ¡Oh! ¿Usted es anfitriona entonces? - Se podría decir - ¿Entonces podría acompañarme en la velada, señorita? Con suavidad sentí como su mano empujaba suavemente de mi cintura, me voltee a ver y frente a mi aparecía mi jefe, traía un esmoquin, observe que su moño combinaba con el color de mi vestido y no pude evitar sonrojarme ante el detalle. Él se veía demasiado bien. - Lo siento, Ernest, pero la señorita viene conmigo - Por fin aparece el hombre de la noche, Arturo Rizzo – comento esto último, con una sonrisa de oreja a oreja, pero notando fijo que sus palabras habían sido irónicas. - Si y ¿tú? ¿Vienes de espía de Cosmo? – pregunto mi jefe, mientras le miraba de manera fulminante Volví con asombro mis ojos al susodicho, ¿Cómo pude pasarlo por alto? Este hombre es el director de la compañía Cosmo, una gran competencia para nuestra empresa, Ernest Bellini. - Por supuesto que no, Arturo – dijo él, la sonrisa se le borro y suspiro – solo quería divertirme con tu coordinadora. Alerte su mirada hacia mí y me quede muda, pues aquella mirada fue de absoluto gusto, ignorando la presencia de mi jefe, me tiro un guiño. - Si, bueno… ella viene conmigo, ¿nos permites? - Claro claro – dijo él, y yo me deje llevar por mi jefe. Me llevo por la mano entre las personas, no caminamos mucho, cuando una conductora nos detuvo. - Señor Rizzo, de la televisora Montreal ¿nos permite unas preguntas? – pregunto ella, ignorándome completamente. - Claro, pero primero… - jalo de mi mano con suavidad y me acerco más a él – permítame que le presente a mi coordinadora de producción, y mi acompañante de esta noche, la señorita Fiore. - ¿Su acompañante? – preguntó la conductora confundida – ¿eso quiere decir que no veremos esta noche a la modelo Elena Port? Pude observar como él fruncía el ceño y tensaba su mandíbula, parecía algo irritado, apretó mi mano un poco y ya me iba a quejar, cuando me soltó y pasaba su brazo por mi cintura. - Como le comentaba, la señorita Fiore mi acompañante de esta noche y mi novia actual. Por un momento no asimile bien que había dicho, pensé que había escuchado mal y solo sonreía por inercia, pues la cámara ya empezaba a grabar y la conductora, hacia preguntas a mi jefe con emoción, pidiendo más datos de nuestra ¿relación? - ¿Y usted señorita Fiore? ¿Cómo es la relación amorosa y laboral con uno de los directivos más representantes del país en la industria de la moda? – preguntó ella, y la palabra “amorosa” no dejaba de palpitar en mi cabeza. - Bien, complicada, pero bien. La conductora agradeció y se retiró, el conductor del evento daba indicaciones que tomáramos nuestros lugares, pues la pasarela pronto iniciaría, no quería comentar nada de aquello, por lo que preferí guardar silencio, seguramente fuera una broma, claro, de seguro era para un programa de chistes y saldría en algún programa de parodias como Saturday Night. Además, él no había dicho nada, pero su mano seguía sujetándome con fuerza y decisión la mía. Mientras caminábamos entre la gente, muchas personas le saludaban, yo solo mantenía una sonrisa y cuando él me presentaba, volvía a poner “Acompañante y novia” en la misma oración. No comprendía nada. - Espere, espere – susurre, cuando nos poníamos frente a un reportero. - Un momento – le dijo él y se volteó a verme - ¿Qué pasa? - ¿Qué significa esto? No comprendo - Lo estás haciendo bien, sígueme la corriente - Pero… - él me miró fijamente y me retrocedió un poco, se me acerco al oído para que nadie alrededor pudiera escucharnos - ¿Tienes pareja? - ¿Eh? Eso… no, no tengo, pero… - ¿Puedes con esto, o no? - Sí, pero señor… - Necesito una pareja para esta noche, ¿entiende? Un flash de cámara interrumpió nuestra conversación, cuando me voltee, un fotógrafo paparazzi captaba aquel momento, que parecía muy comprometedor. Mi jefe se volteó hacia ellos. - No más preguntas por ahora, haremos las entrevistas terminando, que disfruten de la pasarela. Seguido de algunos hombres de seguridad, pudimos llegar a los asientos sin ninguna interrupción, su petición seguía rondando mi cabeza “Necesito una pareja”, aunque no entendía del todo, ¿Por qué yo? El evento dio inicio, muchos fotógrafos y cámaras se encargaban de la total cobertura, sin embargo no pude ignorar que algunos otros ponían sus miras en nosotros, él representaba bien el papel de una pareja, tenía una de mis manos entre las suyas y de vez en cuando volteaba para sonreírme. Solo al pasar de la hora, pude asimilar la situación y pensé que tomaría esto como algo del trabajo. La pasarela termino y los negocios apenas comenzaban y con ello la imagen que estábamos proyectando también; de nueva cuenta reporteros y fotógrafos se reunieron a nuestro alrededor, mantuve mi mejor sonrisa todo el tiempo. La mayoría de preguntas se dirigían a él, algunas caían sobre mí y trataba de verme sincera y sobre todo “enamorada”. Poco después de las preguntas del noviazgo, salían las preguntas relacionadas con la presentación de la nueva línea, para mis adentros agradecía esto, en este tema ambos contestábamos, a veces nos complementábamos, agradecí bastante cuando apareció nuestro diseñador el señor De Rosa y acaparo toda la atención Al final de todo, nos había ido bien, aunque en el lanzamiento de la pre-colección cerramos tratos con los mejores compradores, muchos clientes habían pedido citas para un showroom y otros tantos estaban interesados en ser proveedores. La noche fue un éxito, y podía empezar a despedirme de las fachadas, pues ahora ya no habría más motivos para fingir. - Señor, me retiro a mi casa – le comente cuando caminábamos hacia la salida. - ¿No ira al after-party? – preguntó, enarcando una ceja. - ¿Necesita que lo acompañe también? La verdad es que estoy muy agotada, ha sido un día muy largo y… - me sonroje un poco – confuso. - Entiendo, entonces vamos, yo la llevo - No, no necesita hacer eso, pediré un taxi - Está representando el papel de novia, no puedo dejarla ir a su casa y yo irme solo por otro lado – comentó y salió caminando hacia fuera, mientras yo trataba de agarrar su paso tras de él. Él tenía razón, después de todo no se podía bajar la guardia, algún paparazzi podría estar aún y listo para captar cualquier movimiento nuestro. Pidió al valet que trajera su coche y nos pusimos en camino. - Señorita Fiore – dijo, después de bajar de volumen a la música – le ofrezco la más sincera de mis disculpas. - No se preocupe, señor. Tomare esto como parte de un trabajo – susurre, dando una sonrisa de confiabilidad, me agradaba que él fuera amable aun en estos pequeños ratos, que al parecer se estaban haciendo cada vez más constantes. - Si, usted hace bien, sin embargo no crea que no le daré nada en pago… - No es necesario, señor. Fue solo una noche, después de todo. - Una noche… - susurro, y le vi la sonrisa de medio lado – sabe que eso no será posible ¿verdad? Aquello me saco múltiples confusiones, aun mas de las que ya tenía, no entendía nada. - Tendrá que explicarse – le dije, y me volteaba a verle. - No es como que iniciáramos una relación hoy y la terminamos al día siguiente, eso no cuadra. - Ya lo sé, pero es mi jefe. - Y usted mi coordinadora principal. - ¿Ve lo descabellado de la situación? - Usted no entiende, mañana estaremos en boca de todo mundo ¿cree que puedo romper nuevamente? ¡Ya no lo soportaría! Subió el tono de su voz, hasta estallar en un grito, recordé que todo esto sucedió al ser mencionada a su exnovia Elena Port, es por eso, que él ya no deseaba otro ¿escandalo? - Señor… yo, necesito pensarlo – le dije con suavidad, estaba claro que no podía romper los compromisos hoy, estaba cansada como para pelear y él parecía muy irritado. - Está bien, pero quiero comentarle que de aceptar será bien recompensada. - Lo entiendo. El resto del camino, nos fuimos en silencio, al aparcar en mi edificio, él se asomó nuevamente para verlo, pude notarle la mirada de absoluto disgusto, pero lo pase por alto. - Entonces, lo veo mañana en la oficina. - ¿la oficina? De ningún modo, esperare por usted temprano, necesito saber sus respuestas antes de enfrentarme con el mundo entero. Paso por usted a las siete de la mañana – dijo, mientras me traladaba con sus ojos dorados, no podía negarme. - Correcto. Me prepare para salir, pero él me detuvo con suavidad por el brazo. - Me tiene entre la espada y la pared – susurro – medítelo muy bien, por favor. De nuevo él abrió la puerta, su cercanía me había aturdido un momento pero no esperaba aquellas palabras, por lo que no supe que contestar, solo baje de su coche y observe como se perdía al doblar la esquina. Estaba muy agotada, sin embargo, no podía conciliar el sueño, todos los sucesos de la noche acudían a mi cabeza rápidamente, no tenía ni idea de que decisión sería la mejor y todo empeoraba al recordar sus peticiones. Sabía que mi jefe era un hombre descortés, prepotente y a veces sin un dejo de amabilidad de su parte, pero al saber que sería bien recompensada y por otro lado sería un favor que él jamás olvidaría, me hacía optar por lo obvio, por ayudarle. Olvidándome de lo “obvio”, pase a un segundo plano, que a estas horas las noticias de nuestro “noviazgo” estaba en boca de todo el mundo y en unas pocas horas estallarían en mis narices. Dios, solo déjame dormir esta noche. El timbre de una llamada me despertó de mis ensueños, con pereza observe el nombre de mi jefe en la pantalla, no comprendí del todo porque me estaba llamando tan temprano ¿Qué horas son? Y tal como lo había predicho ayer, todo exploto en mis narices, recuerdos de la velada de ayer llegaron a mí y maldije por lo bajo, con algo de inseguridad tome su llamada. - ¿Qué está haciendo? – preguntó al otro lado del teléfono, el hombre que me estaba haciendo levantar tan temprano un viernes por la mañana, se escuchaba molesto - Buenos días, señor – dije inaudible, reprimiendo un bostezo. - ¡Nada de buenos días! La quiero exactamente en 10 minutos, ¿entendió? - Sí, señor – dije, aunque dude que me hubiera escuchado pues colgó después de su última frase. ¿qué ra...yos? Él necesitaba de mi ayuda, y me estaba tratando de esta forma. Me miré al espejo antes de darme una ducha fría para despertar por completo, me espante ante mi reflejo, pareciera que no hubiera dormido nada en toda la noche y el cansancio tanto físico y mental estaba cobrando cuentas esta mañana, observe mis ojos de un color verde grisáceo, el cabello color caramelo ondulado que me caía encima de los hombros, mi piel trigueña no ocultaba las ojeras que mantenía bajo mis ojos. Volví a maldecir. En menos de 10 minutos, bajaba las escaleras de mi edificio para ir con mi jefe, todo el ajetreo no me había permitido pensar con claridad mis respuestas para con él, ayer había pensado en ayudarlo, pero hoy, ya no estaba tan decidida. - Buenos días, señor Rizzo – le dije al abrir la puerta del copiloto. Me encontré con su rostro serio y algo irritado. ¿Cómo podía alguien estar molesto tan temprano? El carro estaba inundado de un rico aroma a café. - Tomé, lo va a necesitar – me dijo mientras me acercaba un vaso desechable con café de Starbucks – sí esta frio, será su culpa. Al principio agradecí su acto tan amable, pero la última oración lo hecho todo al caño. - Lo siento, no pude dormir muy bien ayer – dije, la honestidad iba por delante sin saber qué diría y supongo que había hecho meña en él, pues ahora que lo veía, su rostro se tranquilizó. - Está bien, no la puedo culpar… después de todo, yo hice esto – dijo él casi sin querer, aunque sabía que era su forma de pedir disculpas – Pero, tenemos que hablar. - Lo sé, aunque aún… no sé qué responder. - Pensé que lo había meditado todo ayer - Claro que lo medite, Dios, pero una noche no me es buen tiempo para tomar una decisión tan… importante. Él arranco el coche, y por un momento nos quedamos en silencio, quise romper el silencio retomando una vez más la conversación, pero él hablo primero. - La llevaré a desayunar y podremos hablar de esto, llegaremos a un acuerdo que nos beneficie a ambos - No es necesario que me lleve a desayunar, señor. Podríamos hablar tranquilamente en la oficina ¿no lo cree? - Tal como lo dije ayer, Srita. Fiore, quiero dejar esto arreglado antes de que todo se salga de mi control, espero usted lo comprenda – dijo, y sus palabras más que petición, fue de mandato, como siempre. - Entiendo. Me llevo a desayunar a un cafetería sencilla, pero elegante, supuse que era un cliente frecuente, pues el mesero principal lo saludo por su nombre y nos dieron la mesa de “siempre” - Dígame señorita, ¿cree poder con esto? – pregunto él, una vez que el mesero se alejó. - Siendo sincera, señor, no creo que cualquier mujer en mi situación diga que esto es “fácil”. Tal vez hayan personas que lo consideren así, pero no es mi caso, creo que no soy alguien a la que se le consideraría adecuada para estar a su lado – dije, mientras retorcía mi servilleta. Observe como él sonrió, no supe manejar aquello, si era una muestra de simpatía y compresión, o de burla e ironía, pero lo pase por alto. - Y por mi parte, no creo que haya persona más perfecta para representar este papel – dijo y yo no me lo creía. - ¿está usted bromeando? - Por supuesto que no, piénselo bien… la gente está acostumbrada a verme con… ¿Cómo lo dirían? – tomo una pausa y meditó su respuesta – otra clase de mujer, es claro que usted no encaja en esos perfiles. Sería usted algo diferente. - Si bueno, pero… la prensa tendría más curiosidad y ¿qué dirían los empleados de la compañía o su propia familia? ¿No cree que se interpondrían en esto? – pregunté, aunque “esto” ni siquiera existía, todo era tan falso. - Lo agradable de esto es que no dejare que nadie se interponga, señorita Fiore. Soy el directivo, soy independiente y tengo mucho poder. Nadie debe interferir y cualquier cosa que yo diga será diligentemente creída y realizada. Me lo voltee a ver, no podía evitar saber que tenía total razón, pero de estar de acuerdo en esto, aun no estaba del todo segura, después de todo, sentía como si me estuviera poniendo la soga al cuello yo sola. - Y ¿Cómo llevaremos esto? - Todo está arreglado y calculado, de hecho ayer mismo investigue un poco. - ¿Cómo? - Si usted está de acuerdo en aceptar este trato, podría darle más detalles de los movimientos. - Y… ¿Cuál sería nuestro trato? – pregunté, temiendo las respuestas, pero con la curiosidad inundándome por completo. - En favor a la prestación de su “servicio” yo estaría dispuesto a pagarle la cantidad que usted requiera, del mismo modo, a lo largo de lo que dure nuestra “relación” puede tener por seguro que nada le faltara – dijo sin más, y tan seguro de sí mismo y de su “poder”. - Entiendo. Baje el rostro y me mire las manos, el trato era demasiado bueno “cualquier cantidad de dinero y todo lo que requiera”. Ya me veía haciendo los planes, con el dinero podía estudiar y terminar la maestría que deje pendiente, podía mandarle dinero a mis padres que aun tenia a mi hermana menor bajo su cuidado, por otro lado un coche no vendría mal y cambiarme a un departamento mejor sería una idea fantástica, sin embargo, no podía dejarme fiar, había otra cosa que me preocupaba. - Y hablando del tiempo, señor ¿Cuánto duraría esta relación? – pregunté. - Buena pregunta señorita…la verdad que no lo he pensado muy bien, pero que le parece esto… - tomó una pausa y una vez más meditó su siguiente respuesta – entre más tiempo dure con “esta relación”, mayor será la recompensa, es decir, la cantidad podría ser duplicada cada tiempo… tal vez cada 3 meses. ¿Duplicada? O sea, que si pedía medio millón de euros, en tres meses sería un millón, y en seis meses, millón y medio y así sucesivamente, ¡Dios! Era demasiado, no me lo creía del todo, aclare la garganta. - Me queda todo muy claro… una última pregunta, señor – dije, buscando las palabras correctas - y ¿en caso de que aparezca un tercero en nuestras vidas? - Explíquese, señorita – dijo con interés, y mirándome largamente, lo que me puso algo más nerviosa. - Si, que usted encuentre alguien o yo lo haga, ¿Qué pasaría con el trato? - Dudo mucho que yo encuentre a alguien, debo decirle que soy muy fiel en mis relaciones, aunque esta relación sea una simple fachada, no me relacionare con otras mujeres mientras “esto” este en marcha y por su parte espero lo mismo. Realmente no me quiero ver en vuelto en otro caos de infidelidades, es algo que no soportaría – dijo, y su rostro ensombreció, tal vez lo que había dicho Serena acerca de que su exnovia le había montado los cuernos, era cierto. - No tendrá problema alguno con eso, tengo escasa vida social, la verdad es que el trabajo me quita todo el tiempo – dije, sonriendo ante lo obvio. - Menos mal, pero por si las dudas, nuestro contrato tendrá alguna clausula relacionada a eso – comentó y supe que él no confiaba en mí. Mientras el mesero retiraba nuestros platos, yo me disculpe para ir al baño, al regresar sabía que debía dar mis respuestas, todo parecía muy bueno, no tenía problema alguno para cumplir con esto, si todo sería igual que en aquella velada, sonreír y “actuar enamorada”, era pan comido, tenía mucho que ganar y nada que perder. Y volví a pensar en los planes, sin más había tomado la decisión. Tercero - ¿Y bien señorita Fiore? – preguntó a mi regreso, mientras entregaba la cuenta al mesero que se retiraba no apartaba la mirada de mí. - Pues acepto el trabajo, señor Rizzo – dije sin más y él asintió. - Perfecto, creo que ha tomado una buena decisión, señorita… - dijo, y tomo pausa de nuevo, creo que algo no lo dejaba tranquilo – pienso que debería quitarle el título de “señorita”. - ¿Cómo? – pregunté confusa. - Debería dejar de hablarme de usted y ya no decirme señor, pero supongo que lo podemos ver más adelante. Por ahora necesito que chequemos bien las bases del contrato y veamos lo que acontecedera alrededor de usted – miro su reloj de mano, y yo hice lo mismo, en 30 minutos iniciaríamos labores – por lo pronto, se tomara el día. - ¿Cómo? - Necesito que revise algunos papeles y escoja ciertas cosas, por otra parte será lo mejor pues no creo que quiera lidiar con eso… - señalo tras de mí, indicando a una pareja “sospechosa” con lentes oscuros “paparazis” – y tampoco podrá lidiar con sus compañeros de trabajo. - Serena… - susurre, y asentí ante lo que decía. - Entonces, vamos. Nos pusimos el pie al mismo tiempo, mientras tomaba mi bolso de mano y mi gabardina, por otro lado él me tomaba la mano libre y me acercaba hacia él. - Creo que la actuación empieza ahora mismo – susurro, llevándome por entre las mesas, yo solo me deje llevar. Mi jefe me dejo en mi edificio, con unas carpetas, dijo que podría esperar una llamada de él más tarde, aquello me dejo con los pendientes, no agradeció nada y se fue tan rápido como me baje. Tampoco podría esperar un gracias de su parte, después de todo no era un “favor”, era un “servicio”. - Mi jefe – susurre por lo bajo, pensé en lo que dijo al final “cambiar los títulos” eso solo significaría que debería llamarlo por su nombre, un diminutivo o en el peor de los casos – Querido o cariño. Evite pensar en eso, pues me ponía el corazón al cien y el rostro caliente como brazas, me dedique a hojear las carpetas que me había dado. Me impresione bastante al verlas, no solo había información de tiendas en el “Golden Cuadrilátero” o mega-tiendas en el Corso Vittorio, restaurants de etiqueta o nuevos edificios departamentales. También había una carpeta que contenía información de él, de su familia, de la compañía, cosas personales. Él había dicho que escogiera lo que más me gustara, que después mandaría por mí, para ver todo, y arreglarlo, por momentos pensé que mantendría un perfil bajo, seguir siendo “la chica que no encajaba con él” o tal vez esto era mi pago, o tal vez, ¿no podría pensar verme tan mal? Deje todas las carpetas de cosas materiales y concentre mi atención en lo personal. Conocería más a mi jefe, me hubiera gustado que esto me lo comentara de frente y no como un libro que tal vez me tendría que aprender de memoria. Arturo Rizzo 3/Julio Edad: 31 años Estatura: 1.82 Lugar de nacimiento: Nápoles, Italia Estudios: Licenciatura en Administración y dirección de empresas en Universidad de Milan Un master en dirección de moda en Milano Fashion Institute Un degree en Fashion Marketing en Pearsons, The New School for Design, en New York Familia: Padre (falleció): Ronaldo Rizzo Madre (59 años): Geovanna Macabelli 2 hermanos: Mayor, Marianne Rizzo (Ama de casa) Menor, Franco Rizzo (Médico cirujano) Aficiones: Leer novelas históricas Practicar equitación Nadar en épocas de calor Lugares favoritos: Lugares tranquilos y templados. - Este señor no tiene nada de interesante – susurre y observe que esto no lo había escrito él, me pregunto a quien le había tocado la ardua tarea de hacerle un perfil. Mientras pensaba esto, el timbre de una llamada entrante me alerto, pensando sería mi jefe tome con rapidez el celular, pero era mi compañera y amiga Serena. - ¿Bueno? – dije, pensando en las excusas. - ¿Dónde estás? ¿sabes que toda la oficina está hablando de ti en este momento? ¡Qué digo la oficina! ¡Todo el mundo!– grito en exasperación. - Buen día, Serena – le dije, tratando de sonar tranquila. - ¿Qué? Necesito una explicación ahora mismo ¿qué ra...yos está pasando? - Largo de explicar – dije. - Pues empieza, tienes 5 minutos… ¿Cómo rayos te enrollaste con Arturo Rizzo tan rápido? Apenas ayer eras su acompañante y hoy eres su novia. ¿de qué me perdí? - De nada, solo sucedió – no sabía que decir, no había hablado con el jefe sobre si esto quedaba solo entre los dos, o podía hacérselo saber a otras personas. No quería echar a perder el plan de ensueño apenas empezando. – tendrás que darme tiempo para explicarte todo. - ¿tiempo? Tienes 2 minutos exactos, empieza a hablar Sarah, además ¿Por qué no llegaste al trabajo hoy? - Me dio el día libre - ¡Dios! Apenas están iniciando y ¿ya te está consintiendo? O… es que acaso te sacara de ¿trabajar? - ¿Qué? Obvio no, Serena. Necesito trabajar, no puedo dejar botado todo, seguramente el lunes estaré de vuelta. - Ah bueno… y ¿dormiste con él? - ¿co… cómo? – casi se me caía el celular de las manos, al oír su pregunta - ¿Que si dormiste con él? – pregunto ella, elevando un poco la voz - Cállate Serena, si te escuche, pero ¿qué cosas preguntas? No, es obvio que no, apenas estamos iniciando, además aun no me lo creo. - Sarah, es tu jefe, nuestro directivo, uno de los hombres más ricos del país, súper famoso, Dios, te has sacado la lotería. - Eso creo – dije, suspirando - ¿Eso crees? Eso es lo que tienes, en fin, tengo que colgar, me tienes que contar mil cosas, debemos quedar mañana, ¿entiendes? Claro, si no tienes planes con el maravilloso Arturo Rizzo. - No le digas así. - ¿Así como? Maravilloso, lo es ¿no?... como sea, debo colgar, un beso – y corto la llamada. Arturo era ¿maravilloso? Las próximas horas me entretuve viendo los edificios departamentales y las tiendas de ropa, nunca había visto cosas iguales, tampoco imagine que algún día lo podría conseguir. Dios, esto parecía un sueño Una vez más el timbre de una llamada me despertó, me había quedado dormida viendo la televisión, mire la pantalla, era mi jefe. - Estoy afuera – dijo, cuando le tome la llamada - ¿podría esperar un momento? No estoy arreglada. - 5 minutos – dijo y colgó. ¿qué ra...yos? Aun no se le quitaría aquella actitud prepotente. - Buenas noches, señor – dije, al entrar en su coche, me había puesto unos jeans y una playera sencilla, sin embargo los stilettos y el blazer que había escogido le daba al outfit algo de formalidad. - Creo que la noticia ha ido más rápido de lo que imagine – dijo y se puso en marcha. - No podíamos esperar menos, señor, usted dio la noticia a voces - Si si, mi familia quiere conocerla. - ¿Cómo? - La noticia fue transmitida internacionalmente, mi madre ha tomado el primer vuelo de Copenhague a Milan, para venir a verme, y conocerla. - ¿su madre? – no podía procesar la información tan rápido. - Al parecer no me perdona que no le hubiera comentado de lo nuestro y que se haya tenido que enterar por las televisoras. - Espere, señor – dije, entre confundida y paranoica – no puede permitir esto, no estoy preparada. - Tranquilícese, pasara un día con mi hermana en Roma, después vendrá aquí. Tendremos dos días para prepararlo todo. - ¿Su hermana también vendrá? – pregunte, estaba segura que ya empezaba a hiperventilar. - Por supuesto, la noticia ha llegado a oídos de todos. Me voltee a verlo, parecía muy tranquilo ¿acaso no veía la dimensión del problema? sería presentada como su “novia” a su señora madre, no sé si podía con esto. Llegamos a un edificio con departamentos sumamente lujosos, no tuve dudas de que aquí viviera él, pero ¿Por qué me traía a su casa? Subimos hasta el último piso y tal como lo había previsto era el pent-house. Estaba exquisitamente decorado, con tonos negros, grises, y burdeos, tenía grandes ventanales que daba una vista impresionante de la ciudad. - Puede tomar asiento – dijo, mientras se dirigía a lo que imagine seria la cocina - Gracias. No dejaba de voltear por todos lados, me hubiera conformado con tener solo el sofá en el que me había sentado, era mullido y de color negro, contrastaba con la alfombra borgoña bajo mis pies o tal vez me conformaría con el cojín , que al tacto era tan suave. - Es muy bonito su hogar, señor – dije, cuando regreso con dos bebidas y me dio una. - Si bueno, lo que un decorador de un medio millón puede lograr, ¿no? – sonrió irónicamente, se había quitado su saco, y aflojado su corbata, daba un aire más relajado, nada que ver con el jefe gruñón de semanas atrás – y bueno, ¿leyó lo que le di? - Sí, claro – le dije, mientras sacaba las carpetas de mi bolso y las ponía encima de la mesita de la estancia. - Y bien ¿algo que le agrade? Abrí la carpeta del edificio de departamentos en donde había puesto uno de los post-it para separarlo, era un edificio sencillo por fuera, ubicado en el cuadrante sur cerca del trabajo, el departamento era amplio, me había motivado porque la renta no era tan elevada y sabía que en un futuro podía mantenerle. - Creo que no – dijo él y se acercó a la carpeta a buscar un poco. Me molesto que pasara por alto mi decisión, pero no quería abusar de su generosidad, por otro lado, pensé que estaría en busca de algo aún más barato, después de todo era su dinero, me impresione cuando señalo un departamento con balcón, localizado en el cuadrante este - este es mejor. Le mire las especificaciones y si era más bonito que el anterior, mucho más amplio, la vista a las fueras era impresionante, además que lograba conquistarme con el jacuzzi en el baño. Pero el precio, casi triplicaba. - Señor, creo que es algo muy costoso para mi - Si, la buena noticia es que yo lo pagare. - Pero, me queda muy lejos del trabajo. - No es problema, puedo hablar con mi agencia, y que le den un carro mañana temprano. Sabe manejar ¿no? - Sí señor, pero… preferiría el primero, además pensé que quería que mantuviera el mismo perfil, esto no encaja en nada con el perfil que quiero proyectar – dije marcando la foto del lujoso departamento. - Tiene razón, pero no quiero que se comente que soy desconsiderado con usted, además… - hizo una pausa, y supe que estaba considerando lo siguiente que diría. - ¿además? – le alenté. - Siempre daba regalos como estos, en mis relaciones pasadas– susurró Aquello me hizo bajar la guardia, de cierta forma le comprendía, pero era muy lujoso y dudaba poder pagarlo después. - Si bueno, yo no soy su novia realmente – dije. - Eso no lo saben los demás… por cierto, ¿le ha comentado a alguien de lo nuestro? - ¿lo nuestro? Ya todo mundo lo sabe después de todo ¿no? - No me refería a eso, hablo del trato. - Ah no, a nadie. - Perfecto, esto es confidencial, ¿sabe? No puedo correr el riesgo de que se filtre la información de nuestra relación. Lo comprende ¿verdad? - Sí señor, pero entonces… ¿Cómo paso lo nuestro? - Fácil, el trabajar continuamente a mi lado, hizo que despertara sentimientos por mí, yo por supuesto la consideraba un buen elemento para la compañía, usted se declaró y tiempo después nos enamoramos uno del otro. - ¿Así que yo desarrolle los sentimientos primero? – pregunte con ironía. - ¿podía ser de otro modo? - Podría ser al revés, ¿no? - Eso sería imposible… no me hubiera fijado nunca en usted y además… tenía una relación en ese momento. Se le ensombreció el rostro y por un momento pensé que actuaría molesto y arrogante y aunque el comentario me afecto la vanidad por completo “No me hubiera fijado en usted nunca”, decidí evitar la confrontación. - Tiene razón, señor. Eso diré entonces – le dije, con la mejor sinceridad que pude, pero una parte de mí, hubiera deseado que él fuera el loco enamorado. Al final de cuentas no pude quedarme con el apartamento que había escogido en un principio, pero tampoco le acepte el que me proponía, por lo que dejamos uno intermedio, un costo más elevado que el primero, situado cerca del trabajo y sin jacuzzi. Hizo algunas llamadas, para que mañana temprano fuera a comprar ropa al “Golden Cuadrilátero”, él escogió las marcas, también llamo a su agencia para pedir un automóvil, no escatimo en precio tampoco y me dijo que sería un Audi A4 del año, ante mi poca participación le comente que me gustaría en color blanco, él me miro extrañado. - El auto que sea en blanco y con asientos de piel color arena – dijo, y colgó - Gracias, señor. - Si bueno, todo sea por un buen servicio, hablando del servicio, ya puede quitarme el título de “señor” – dijo - Disculpe, señor – pronuncie lo último con cuidado – pero supongo que en privado podemos seguir tratándonos con formalidad ¿no? - Supone bien, pero necesito que te acostumbres, Sarah – dijo y me sorprendí al escuchar mi nombre sin “señorita” por delante y hablarme de tu. - Correcto, Arturo - Mucho mejor. De camino a mi casa, me comentó que el contrato estaría listo mañana temprano y que podría leerlo de camino al shopping, por otra parte, me pidió que estuviera lista para la hora de la comida. - ¿Iremos a algún lugar? – pregunte - Comeremos con mi hermano menor Franco. Por cierto ¿ha leído mi biografía? – pregunto al estacionar el carro. - Si si, señor… pero ¿con su hermano? Pensé que lo veríamos hasta el domingo. - Si bueno, pero él está aquí en la ciudad, supongo que no puedo retrasar su presentación con él. ¿Puede quitarme el titulo? - Si, si Arturo, discúlpame - No hay problema. ¡Ah! Y por favor, mándame a mi correo tu información - ¿mi información? - Si, tú biografía, trabaja en ella hoy. Debo conocerla más, en menos de 12 horas debo saber quién es usted - No tengo mucho que contar. - Yo decidiré eso, la veo mañana. Lo vi perderse en la esquina. Lo primero que hice fue prender el ordenador y trabajar en mi biografía, me guie de la suya. Sarah Fiore 28/Octubre Edad: 27 años Estatura: 1.68 Lugar de nacimiento: Grosseto, Italia Estudios: Licenciatura en Relaciones Publicas en Universitá degli Studi di Trento Un diplomado en diseño de modas en University of Applied Arts en Viena, Austria Familia: Padre (57 años): Miguel Fiore (Contador) Madre (54 años): Lisa Neri (Ama de casa) Hermana menor: Elisa Fiore (Estudiante de bachillerato) Aficiones: Leer novelas románticas Actualizar mi blog Comer paletas de hielo Ayudante de casas hogar de perritos maltratados Lugares favoritos: Casa de mis padres. Playa - Dios, me siento como si estuviera escribiendo un curriculum – suspiré cuando terminé, me sentía extraña hablando de mí, para él. – Mañana será un largo día, así que lo mejor será que mande esto y me vaya a bañar. Desperté temprano, me arreglé informalmente para ir a comprar, después de todo, creo que todo mi armario seria cambiado ese día, me pregunte vagamente cuando empezaría la mudanza y mientras tomaba un café, el celular comenzó a sonar. - Buenos días, ¿estas lista? – pregunto él al otro lado de la línea. - Si, en un rato salgo – le dije. - Perfecto, ya mande por usted. ¿Le parece si la veo al medio día? ¿Cree haber terminado para esa hora con sus compras? – preguntó indeciso. - Me parece bien, no sé cuánto tarde haciendo compras, además es sábado debe haber gente ¿no? - No se preocupe por eso, mande a cerrar las tiendas que pedí que visitara. En el coche que vaya por usted estará el contrato, chéquelo y la veo al medio día. En camino me leí el contrato, parecía un contrato laboral, pero las palabras servicio de noviazgo temporal resaltaban, todos los puntos antes hablados estaban y la cantidad a pagar también (medio millón de euros cada 3 meses) del mismo modo, la propiedad y el coche que recibiría, una cláusula de “fidelidad” y de “confidencialidad” que de ser rota, la cancelación total del contrato, en fin, no había nada que no se hubiera comentado antes, y sin más, firme. Ya había hecho el pacto. Mientras entraba en una de las boutiques, pensé en la gran influencia que tenía mi jefe y con el poder de su influencia podía hacer grandes cosas. Las dependientes de la tienda ya estaban avisadas, con rapidez trajeron ante mi lo mejor de toda la ropa de temporada y lo que se estaba viendo en pasarelas de Londres y Nueva York, por un momento pensé que me sentiría muy bien vistiendo la marca de Elemental. Pero al ver marcas como Chanel, Versace, Armani, Gucci, Prada entre otras, descarte por completo la idea. Me probé muchísima ropa, entre vestidos de noche, vestidos de día, formales y casuales, blusas frescas, camisas de punto, suéteres de cashemere, gabardinas de lana, faldas de algodón y pantalones de vestir, no pude evitar llevar un par de jeans y algunas playeras cómodas, también escogí pares de zapatos, entre tacones, tenis, unos mocasines y algunas sandalias. Al poner mis ojos en algunos artículos de joyería y al recordar el “crédito infinito” me hice con un par de pendientes, una gargantilla y algunas pulseras. Cuando pensé que tenía todo, una de las señoritas que me estaba acompañando a las compras y que al parecer había sido designada por mi jefe, me dijo que faltaba solo una cosa más. - Lencería, señorita – dijo ella. - ¿Cómo? No creo que sea necesario, lo que traigo está bien. - Disculpe, señorita. Estas son las ordenes que siempre sigo del señor Rizzo – dijo cuando vio que me negaba y vi algo de pánico en su rostro. Al final accedí, no quería que tuviera problemas por mis negativas, además el hecho de que comentara que “siempre seguían este tipo de órdenes” me hizo adivinar que no era a la primera “novia” que llevaba de compras, me llevo a escoger lencería en Carine Gilbson, me hice por lo obvio, unas pantaletas y brasiers a juego, me compre algunos bralets y muchos pares de medias y pantimedias. Sin embargo al pasar por lencería atrevida y sensual, no pude más que agarrar un baby doll negro y dos camisones cortos con transparencia, estaba segura que mi cara estaba más roja que los tomates, pero debía representar bien el papel de “novia”, para mis adentros supondré que eso hacen.

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Text :- ¿Cómo te fue? - Mal, está hecho una furia - contesté, mientras acomodaba unos expedientes. - ¿Y luego? – preguntó un poco ansiosa. - Y luego… nada, me dijo que me fuera. No sé si me llamará más al rato. - Lo más probable… ¿sabes? Dicen las chicas que esta así porque su novia le puso los cuernos. - ¡Por Dios! ¿Qué niña estúpidaloca le pondría los cuernos a semejante hombre? – pregunté más para mí que para ella. - Tal vez una niña estúpida loca que no recibe amor. Y veo Sarah que te encanta el jefe… o ¿no? - Cállate, solo admito que es apuesto. - ¡Claro que es apuesto! Además de rico, apareció en el puesto tres, de la revista FORBES de este año. No sabía que decirle, Arturo Rizzo, nuestro jefe, era apuesto, alto, con el cabello color azabache, de tez clara y unos ojos muy singulares color castaño dorado, era delgado de complexión algo musculosa, pero todos esos atributos físicos no servían para tapar el horrible carácter que tenía. ¿Qué culpa tenía yo de que su novia le hubiera sido infiel? Primero Atine a decir un par de palabras de disculpa, antes de que de la nada él solo me dijera que me callara. Solo asentí, era normal que estuviera molesto e irritado, claro que era normal. Pero tampoco me merecía ese trato tan despreciable. - ¿Podrías irte? – dijo, mientras se dejaba caer en el sillón más cercano y me daba la espalda. - Claro – me acerque a la puerta y salí de ahí sin voltearlo a ver. Llegue a mi cubículo, parecía todo un poco más alocado que días anteriores. Serena que era mi compañera de a lado, se permitió un momento para poder conversar conmigo. - ¿cómo te fue? - Mal, está hecho una furia - contesté, mientras acomodaba unos expedientes. - ¿Y luego? – preguntó un poco ansiosa. - Y luego… nada, me dijo que me fuera. No sé si me llamara más al rato. - Lo más probable… ¿sabes? Dicen las chicas que esta así porque su novia le puso los cuernos. - ¡Por Dios! ¿qué niña le pondría los cuernos a semejante hombre? – pregunté más para mí que para Serena. - Tal vez una niña que no recibe amor y veo Sarah que te encanta el jefe… o ¿no? - Cállate, solo admito que es apuesto. - ¡Claro que es apuesto! Además de rico, apareció en el puesto tres, en la revista Forbes. No supe que mas decirle. El jefe era apuesto, alto, con el cabello negro, de tez clara y esos ojos castaño dorado, era delgado de complexión musculosa, pero todos esos atributos no servían para tapar el horrible carácter que tenía. ¿Qué culpa tenía yo de que su novia le pusiera los cuernos? Otra vez, una noche más saliendo tarde la oficina, ya casi todos los demás empleados se habían ido, observe la oficina del jefe por encima de mi hombro y por debajo de la puerta veía salir luces. - Así que sigues ahí – solté un suspiro, cheque mi reloj de muñeca por décima vez. Quería ir a preguntar si me podía retirar, pero tenía cierto temor de encontrarme con la fiera de horas atrás. ¡Estoy cansada! - ¿Se puede? – pregunté al tocar. - Pase Lo encontré sentado enfrente de su escritorio, la corbata deshecha alrededor de su cuello, el cabello revuelto, y sus ojos clavados en un par de muestrarios de telas. - ¿qué necesita señorita? – preguntó sin voltearme a ver. - Señor, ya son casi las 10 de la noche me preguntaba ¿si me necesitaba para algo más, o ya puedo retirarme? – pregunté con cierto temor. - Las diez… - susurro, dejo los muestrarios sobre el escritorio de caoba y se volteó a verme - ¿Por qué no se ha ido, si ustedes salen a las 8? - Pensé que el señor me llamaría para conversar sobre el tema que quedo pendiente… - no debí recordárselo, pero él había preguntado. Observe como frunció el ceño y me preparaba para otro momento de “mala actitud” - Entiendo… ya olvídelo – tomo su saco, agarro su celular y se movió hacia mí – vamos, la llevo a su casa. - ¿Co-cómo? - ¿trae coche? - Oh no, pero… - Entonces muévase. Paso por delante de mí y mis ojos se clavaron en su cuello, odiaba la forma tan demandante como “pedía” y hacía todo, lo odiaba, pero bien tenía que admitir que la solicitud de llevarme no podría negársela, tardaría años en llegar sí tomaba el metro y el bus de regreso a casa. Llegamos al estacionamiento del edificio, con tristeza vi que solo quedaban escasos 3 coches más, caminamos hacia el fondo y su Mercedes Benz azul marino, estaba estacionado. - ¿A dónde la llevo? – preguntó, mientras encendía el coche. - Al norte, señor, yo le indico. - Correcto Los primeros minutos del camino, fueron de un silencio casi sepulcral, de no ser por la música que salía del reproductor la cual solo era clásica, todo el trayecto hubiera sido silencioso. Lo vi de reojo, no parecía tener más de 35 años y sus gustos eran muy aburridos - Señorita – susurro él, y pauso un momento - Le debo una disculpa por mi comportamiento de horas atrás, creo que en efecto fue descortés de mi parte. Mis ojos se abrieron desmesuradamente, mientras trataba de obligar a mi mente a recordar hasta la más mínima palabra antes escuchada. - No, no hay problema señor, entiendo que… este pasando por malos días. - ¿Disculpe? Se volteó a verme, justamente en ese momento había parado por un semáforo en rojo, sus ojos dorados me taladraban con lentitud, como si con eso me obligara a decirle todo y cada una de las cosas que por mi mente pasaban. - Na-nada – respondí con rapidez. - Se a qué se refiere, pero admito que aquello no tiene nada que ver con la actitud que tome para con usted – dijo, aparto sus ojos de los míos y continuo manejando - Entiendo. – aunque no entendía si estábamos en la misma sintonía y hablábamos de lo mismo, pero lo mejor era no preguntar. Llegamos a mi edificio de departamentos, observe como él los miraba detenidamente, seguramente imaginando que no se comparaba en nada con el pent-house que tenía en el cuadrante este. - Muchas gracias, Señor, que pase buena noche – me apresure a abrir. - Espere… - dijo mientras detenía mi mano que iba a la manija de la puerta y la ponía sobre mi regazo con suavidad. – La necesito mañana temprano, en las oficinas - Entiendo, llegare a las 9 am en punto, señor. - No, la necesito a las 7am En mi mente ya empezaban a fluir grandes palabrotas para el cabezota que tenía en frente, pero era mi jefe, era una ¿orden? - Pasare por usted, a las 7 en punto – dijo, mientras me abría la puerta desde adentro – Pase buena noche. Me baje con rapidez, apenas cerré la puerta, él arranco y se perdió al voltear en una esquina de la cuadra. - ¡Maldito! – dije y entre al edificio muy disgustada. Al levantarme al día siguiente, me costó bastante, tome un baño muy rápido, seque mi cabello y me puse lo más presentable que pude, pensé que era superfluo mi comportamiento, pues solo era mi jefe. Pero al final de todo, lo vi necesario. Faltaban 10 minutos para que dieran las 7, cuando vi el Mercedes de ayer estar estacionado en frente de la banqueta, termine de cerrar la puerta del edificio y me dirigí hasta el lujoso coche. - Buenos días señor – dije suavemente, mientras me subía al coche. - Buenos días, tome esto – dijo, mientras me pasaba una carpeta de aros, de tamaño mediano – necesito que me ayude. Abrí la carpeta, era la planificación de la próxima colección otoño-invierno, estábamos a escasos un mes de presentarla. - Sé que usted está ocupada con la coordinación de producción, pero necesito su apoyo para el gabinete de prensa. - Entiendo, señor. - Necesito que se confirmen las asistencias de invitados, haga las convocaciones a la prensa, decida los asientos de invitados y me consiga un jefe de prensa. Y también, necesito su apoyo para el plan de comunicación, idear una estrategia para dar a conocer la marca, informar y crear noticia, para llamar la atención. - Me parece bien. Llegamos a la oficina, y me fui corriendo a mi cubículo para comenzar de una vez, la oficina estaba vacía, agradecí por aquello, pues no tenía que dar explicaciones al llegar con mi jefe. No quería que nadie lo malinterpretara. Cuando termine con las llamadas, ya era más de medio día y había algo que me llamaba la atención y era que como “acompañante” del jefe, no había ningún solo nombre, me debatí contra mi mente durante varios minutos, el pensar si era correcto hacerle ver este pequeño e insignificante detalle, luego decidí que no era correcto pues podría invadir su privacidad, pero después me imagine siendo castigada por no haber puesto a la persona correcta, por no haber preguntado y dejando a mi jefe en absoluta soledad durante la presentación. Finalmente me decidí comentarle. - Pase – escuche su voz profunda del otro lado de la puerta. - Señor, he terminado con lo que me pidió, ya tengo a 80 personas confirmadas y las que falta quedarían de avisar a más tardar mañana por la mañana - Correcto, y ¿prensa? - Se confirmó dos televisoras nacionales, una internacional, de prensa gráfica nos ofrecieron dos artículos en revistas de moda, tengo al fotógrafo para el backstage, y al equipo de cámara que cubra el evento, tengo al señor Joseph Duperon como editor responsable y a Cristina Sevadua como directivo de publicaciones y solo estoy en espera de confirmación de dos bloggers para prensa on-line. - Está bien ¿Ya armo la estrategia de comunicación? - Sí, señor, enseguida, solo… - ¿Solo? – se volteó a verme con frialdad y detenimiento, supongo que esperado malas noticias. - Necesito el nombre de su acompañante, para mandarle la invitación, llamar y confirmar. Me voltee a seguir haciendo mis anotaciones, dándole a entender que para mí, no tenía ni la más mínima importancia, escuche un suspiro y vi de reojo como tomaba un post-it y escribía algo, después me extendió el papel. - Puede poner este nombre y que por favor confirme para antes de la hora de comida – dijo, mientras sonreía de medio lado. - Si señor – contesté, mientras tomaba el papel, y contemplaba el nombre con aquella perfecta caligrafía. “Srita. Sarah Fiore” - Pero señor – dije, no comprendía nada, releí unas 10 veces y hasta parpadee otras 5, pero ante mis ojos una y otra vez aparecía mi nombre. - ¿Pero? - ¿Es una broma? – me voltee a verlo, con el ceño fruncido, y mi ego pisado – porque entonces sus disculpas de ayer, no valdrán nada, porque esto es… - ¿Puede confirmar antes de la comida, o va a necesitar más tiempo, señorita Sarah Fiore? – pregunto mientras me daba la espalda, y se volteaba a ver por el gran ventanal. - ¿Está hablando usted en serio, señor? - ¿Acaso he bromeado con usted sobre asuntos laborales? - Claro que no, usted es muy serio, pero siempre he estado coordinando el evento desde backstage, por eso yo no estoy… - Es usted muy competente debo admitirlo, sabe lo que hace y lo hace muy bien, y nunca he pensado lo contrario – dijo, mientras detenía sus ojos en mí y me miraba de forma sincera – necesito a alguien que sepa de este mundo y no solo una cara bonita que se preste a ser fotografiada y filmada mientras yo acaparo la atención. Al ser mi acompañante, va en representación de la empresa y no mía. ¿ha entendido? - Si – sin desearlo, sus palabras habían creado un sonrojo involuntario y bastante notorio, me distraje acomodando el pedazo de papel con mi nombre entre las hojas de invitados, para evitar verlo a los ojos. - Entonces, confirme antes de la comida, puede retirarse. Contemple un par de momentos aquel papel, antes de ir con el equipo de trabajo y diseñar estrategias, cheque la lista, me anote, y a un lado puse “Confirmado” Aquel día me fui temprano a casa, el jefe no me llevo, ni tampoco volvió a decirme que a las 7am me esperaba para el día siguiente, sin embargo, supuse que debía prepararme por si algo como que llegara a buscarme se presentara, pero eso no paso, ni al día siguiente, ni al después de ese, ni en esa semana. Estábamos a 15 días de la presentación y mientras veía a las modelos pasar a fittings, pronto caía en la cuenta que no tenía nada que ponerme y que el hecho de que eso me afectara mucho más por ser acompañante del presidente, me ponía más nerviosa y mucho más estresada, en busca de ayuda “profesional” decidí contarle a Serena. - ¿Me estás diciendo que serás acompañante de nuestro jefe? ¿el señor Arturo Rizzo? – preguntó como por quinta vez, mientras caminábamos por las tiendas departamentales – ¿de Arturo Rizzo, nuestro jefe? - Si Serena, ¿qué tiene? - Eres su empleada, él es tu jefe – dijo - Lo sé, pero él dijo algo como solo por trabajo… - ¡Ah claro que solo por trabajo! no creo que después de andar con semejantes modelos profesionales y actrices internacionales se conforme contigo, Sarah. - ¿cómo? ¿Y dices algo así, siendo mi amiga? – dije algo molesta, más porque sabía que era verdad, aunque en realidad en ningún momento me pensé como siendo algo más de este señor petulante, de carácter soberbio y de modales malos. – Aunque se bien, que nunca pasaría. - Qué bueno que eres consciente de eso, Sarah. Además sí te digo algo así es porque somos amigas. Ese día no conseguí más que una peineta, pero al llegar a casa, el portero me entrego una caja y un sobre con ella. Contemple un rato el sobre, solo tenía mi nombre en él, conocía esa letra, era de él. Abrí el sobre con emoción y me encontré con la invitación sellada impresa en un papel mate con letras color borgoña y tacto de satín, seguido de eso una nota firmada por él que leí con torpeza al inicio, como no entendí nada, tuve que reiniciar mi lectura por segunda vez. Ignorando si tienes algo que ponerte para el día de presentación, me tome el atrevimiento de escogerte algo, de tener las medidas erróneas, hazme el favor de notificarlo. Por otro lado, ese día mandare por usted alrededor de las 10pm, trate de estar lista antes de la hora. Arturo Rizzo. Me dirigí al paquete y lo abrí para hallarme con el contenido, parecía algo irreal, y casi como un cuento de hadas, de tanto brillo y elegancia. Saque aquel vestido color rubí, era realmente hermoso y delicado, me asuste un poco al ver el escote que se deslizaba por la parte de atrás y me sonroje al pensar que él lo había escogido, tenía un corte imperio, con los hombros descubiertos, contemple la siguiente prenda, eran un par de zapatos plateados, con cintas alrededor de él y con tacón fino tipo stiletto, los deje en el suelo, y cuando vi la tercera pieza, tuve que contener el aliento un segundo al abrir la caja de tamaño mediano y observar su contenido, era una gargantilla con pequeños brillantes y unos pequeños pendientes - Esto es demasiado – susurre para mí misma. No pude evitar no pensar en él, y en que le agradecería en la primera oportunidad que le viera, agradecí mentalmente que no hubiera encontrado un vestido, pues estoy segura que ninguno se compararía con el que ahora descansaba sobre mi cama. Segundo A una semana de la presentación, me empecé a sentir nerviosa, siempre había estado checando la presentación desde backstage, en esta ocasión el solo saber que estaría sentada en el front row y que iría como acompañante de nuestro directivo me ponía bastante nerviosa. El día esperado llego, fuimos al recinto temprano para checar los ensayos en pasarela, las últimas pruebas de vestuario, también la iluminación del set y confirmar a los últimos invitados para hacerles lugar en los asientos. Antes de dejar el trabajo, afine algunos detalles con el jefe. - Señor Rizzo, ¿nuestro diseñador Leonardo De Rosa ha hablado con el jefe de prensa? - No lo he checado ¿Por qué? - Hay un par de reporteros y una blogger que quieren hacerle entrevistas y necesitaba confirmarlo. - Yo le comentare a Leo y que el publirrelacionista arregle eso con prensa. - Perfecto, entonces me retiro ¿necesitara algo más? – pregunte, mientras veía como levantaba la mirada de su iPad y me miraba largamente. - No, puede retirarse, no se olvide de ser puntual. - No se preocupe, señor. Llegue a casa con tiempo de sobra, tome un baño caliente y comencé la interminable rutina de arreglo, el cabello fue lo que más me dio problemas, al final opte por amarrarlo en un moño alto, con algunos cabellos cayéndome alrededor del rostro, de esta forma la atención venía directo a mi cuello donde descansaba el collar y por detrás dejaba el protagonismo al gran escote. Unos minutos antes de dar las diez en punto, observe que una limosina aparecía aparcada en frente de la banqueta, suspire lentamente y baje. Pero para mi sorpresa, la limosina estaba vacía, cuando le pregunte al chofer ¿Dónde se encontraba el señor Rizzo? Él dijo que llegaría solo. ¿Solo? yo era su acompañante, ¿Por qué ra...yos iría solo? Pensé que había confundido su solicitud, por un momento hasta creí que estaba haciendo todo de la manera equivocada. Pero me tranquilice al pensar que tal vez, solo tal vez, él se había retrasado en la compañía. El recinto comenzaba a ser ocupado, meseros caminaban con charolas y bebidas en ellas, fotógrafos por todas partes, algunas televisoras en sus sets pequeños entrevistaban a personas reconocidas y famosas, mientras las azafatas empezaban a colocar a la gente en sus lugares sentí algo de desconfianza, estaba incomoda, por momentos pensaba que no pertenecía a este lugar. - ¿En representación de quien viene, señorita? – dijo una voz tras de mí, mientras sentía un agarre de mi brazo. Al voltearme, un hombre alto de piel oliva, de ojos grises fijaba su mirada en mí, lo observe largamente y por un momento olvide su pregunta. - De la empresa Elemental, soy coordinadora de producción – comente mientras notaba que su mano se resbalaba con suavidad hacia mi cintura. - ¡Oh! ¿Usted es anfitriona entonces? - Se podría decir - ¿Entonces podría acompañarme en la velada, señorita? Con suavidad sentí como su mano empujaba suavemente de mi cintura, me voltee a ver y frente a mi aparecía mi jefe, traía un esmoquin, observe que su moño combinaba con el color de mi vestido y no pude evitar sonrojarme ante el detalle. Él se veía demasiado bien. - Lo siento, Ernest, pero la señorita viene conmigo - Por fin aparece el hombre de la noche, Arturo Rizzo – comento esto último, con una sonrisa de oreja a oreja, pero notando fijo que sus palabras habían sido irónicas. - Si y ¿tú? ¿Vienes de espía de Cosmo? – pregunto mi jefe, mientras le miraba de manera fulminante Volví con asombro mis ojos al susodicho, ¿Cómo pude pasarlo por alto? Este hombre es el director de la compañía Cosmo, una gran competencia para nuestra empresa, Ernest Bellini. - Por supuesto que no, Arturo – dijo él, la sonrisa se le borro y suspiro – solo quería divertirme con tu coordinadora. Alerte su mirada hacia mí y me quede muda, pues aquella mirada fue de absoluto gusto, ignorando la presencia de mi jefe, me tiro un guiño. - Si, bueno… ella viene conmigo, ¿nos permites? - Claro claro – dijo él, y yo me deje llevar por mi jefe. Me llevo por la mano entre las personas, no caminamos mucho, cuando una conductora nos detuvo. - Señor Rizzo, de la televisora Montreal ¿nos permite unas preguntas? – pregunto ella, ignorándome completamente. - Claro, pero primero… - jalo de mi mano con suavidad y me acerco más a él – permítame que le presente a mi coordinadora de producción, y mi acompañante de esta noche, la señorita Fiore. - ¿Su acompañante? – preguntó la conductora confundida – ¿eso quiere decir que no veremos esta noche a la modelo Elena Port? Pude observar como él fruncía el ceño y tensaba su mandíbula, parecía algo irritado, apretó mi mano un poco y ya me iba a quejar, cuando me soltó y pasaba su brazo por mi cintura. - Como le comentaba, la señorita Fiore mi acompañante de esta noche y mi novia actual. Por un momento no asimile bien que había dicho, pensé que había escuchado mal y solo sonreía por inercia, pues la cámara ya empezaba a grabar y la conductora, hacia preguntas a mi jefe con emoción, pidiendo más datos de nuestra ¿relación? - ¿Y usted señorita Fiore? ¿Cómo es la relación amorosa y laboral con uno de los directivos más representantes del país en la industria de la moda? – preguntó ella, y la palabra “amorosa” no dejaba de palpitar en mi cabeza. - Bien, complicada, pero bien. La conductora agradeció y se retiró, el conductor del evento daba indicaciones que tomáramos nuestros lugares, pues la pasarela pronto iniciaría, no quería comentar nada de aquello, por lo que preferí guardar silencio, seguramente fuera una broma, claro, de seguro era para un programa de chistes y saldría en algún programa de parodias como Saturday Night. Además, él no había dicho nada, pero su mano seguía sujetándome con fuerza y decisión la mía. Mientras caminábamos entre la gente, muchas personas le saludaban, yo solo mantenía una sonrisa y cuando él me presentaba, volvía a poner “Acompañante y novia” en la misma oración. No comprendía nada. - Espere, espere – susurre, cuando nos poníamos frente a un reportero. - Un momento – le dijo él y se volteó a verme - ¿Qué pasa? - ¿Qué significa esto? No comprendo - Lo estás haciendo bien, sígueme la corriente - Pero… - él me miró fijamente y me retrocedió un poco, se me acerco al oído para que nadie alrededor pudiera escucharnos - ¿Tienes pareja? - ¿Eh? Eso… no, no tengo, pero… - ¿Puedes con esto, o no? - Sí, pero señor… - Necesito una pareja para esta noche, ¿entiende? Un flash de cámara interrumpió nuestra conversación, cuando me voltee, un fotógrafo paparazzi captaba aquel momento, que parecía muy comprometedor. Mi jefe se volteó hacia ellos. - No más preguntas por ahora, haremos las entrevistas terminando, que disfruten de la pasarela. Seguido de algunos hombres de seguridad, pudimos llegar a los asientos sin ninguna interrupción, su petición seguía rondando mi cabeza “Necesito una pareja”, aunque no entendía del todo, ¿Por qué yo? El evento dio inicio, muchos fotógrafos y cámaras se encargaban de la total cobertura, sin embargo no pude ignorar que algunos otros ponían sus miras en nosotros, él representaba bien el papel de una pareja, tenía una de mis manos entre las suyas y de vez en cuando volteaba para sonreírme. Solo al pasar de la hora, pude asimilar la situación y pensé que tomaría esto como algo del trabajo. La pasarela termino y los negocios apenas comenzaban y con ello la imagen que estábamos proyectando también; de nueva cuenta reporteros y fotógrafos se reunieron a nuestro alrededor, mantuve mi mejor sonrisa todo el tiempo. La mayoría de preguntas se dirigían a él, algunas caían sobre mí y trataba de verme sincera y sobre todo “enamorada”. Poco después de las preguntas del noviazgo, salían las preguntas relacionadas con la presentación de la nueva línea, para mis adentros agradecía esto, en este tema ambos contestábamos, a veces nos complementábamos, agradecí bastante cuando apareció nuestro diseñador el señor De Rosa y acaparo toda la atención Al final de todo, nos había ido bien, aunque en el lanzamiento de la pre-colección cerramos tratos con los mejores compradores, muchos clientes habían pedido citas para un showroom y otros tantos estaban interesados en ser proveedores. La noche fue un éxito, y podía empezar a despedirme de las fachadas, pues ahora ya no habría más motivos para fingir. - Señor, me retiro a mi casa – le comente cuando caminábamos hacia la salida. - ¿No ira al after-party? – preguntó, enarcando una ceja. - ¿Necesita que lo acompañe también? La verdad es que estoy muy agotada, ha sido un día muy largo y… - me sonroje un poco – confuso. - Entiendo, entonces vamos, yo la llevo - No, no necesita hacer eso, pediré un taxi - Está representando el papel de novia, no puedo dejarla ir a su casa y yo irme solo por otro lado – comentó y salió caminando hacia fuera, mientras yo trataba de agarrar su paso tras de él. Él tenía razón, después de todo no se podía bajar la guardia, algún paparazzi podría estar aún y listo para captar cualquier movimiento nuestro. Pidió al valet que trajera su coche y nos pusimos en camino. - Señorita Fiore – dijo, después de bajar de volumen a la música – le ofrezco la más sincera de mis disculpas. - No se preocupe, señor. Tomare esto como parte de un trabajo – susurre, dando una sonrisa de confiabilidad, me agradaba que él fuera amable aun en estos pequeños ratos, que al parecer se estaban haciendo cada vez más constantes. - Si, usted hace bien, sin embargo no crea que no le daré nada en pago… - No es necesario, señor. Fue solo una noche, después de todo. - Una noche… - susurro, y le vi la sonrisa de medio lado – sabe que eso no será posible ¿verdad? Aquello me saco múltiples confusiones, aun mas de las que ya tenía, no entendía nada. - Tendrá que explicarse – le dije, y me volteaba a verle. - No es como que iniciáramos una relación hoy y la terminamos al día siguiente, eso no cuadra. - Ya lo sé, pero es mi jefe. - Y usted mi coordinadora principal. - ¿Ve lo descabellado de la situación? - Usted no entiende, mañana estaremos en boca de todo mundo ¿cree que puedo romper nuevamente? ¡Ya no lo soportaría! Subió el tono de su voz, hasta estallar en un grito, recordé que todo esto sucedió al ser mencionada a su exnovia Elena Port, es por eso, que él ya no deseaba otro ¿escandalo? - Señor… yo, necesito pensarlo – le dije con suavidad, estaba claro que no podía romper los compromisos hoy, estaba cansada como para pelear y él parecía muy irritado. - Está bien, pero quiero comentarle que de aceptar será bien recompensada. - Lo entiendo. El resto del camino, nos fuimos en silencio, al aparcar en mi edificio, él se asomó nuevamente para verlo, pude notarle la mirada de absoluto disgusto, pero lo pase por alto. - Entonces, lo veo mañana en la oficina. - ¿la oficina? De ningún modo, esperare por usted temprano, necesito saber sus respuestas antes de enfrentarme con el mundo entero. Paso por usted a las siete de la mañana – dijo, mientras me traladaba con sus ojos dorados, no podía negarme. - Correcto. Me prepare para salir, pero él me detuvo con suavidad por el brazo. - Me tiene entre la espada y la pared – susurro – medítelo muy bien, por favor. De nuevo él abrió la puerta, su cercanía me había aturdido un momento pero no esperaba aquellas palabras, por lo que no supe que contestar, solo baje de su coche y observe como se perdía al doblar la esquina. Estaba muy agotada, sin embargo, no podía conciliar el sueño, todos los sucesos de la noche acudían a mi cabeza rápidamente, no tenía ni idea de que decisión sería la mejor y todo empeoraba al recordar sus peticiones. Sabía que mi jefe era un hombre descortés, prepotente y a veces sin un dejo de amabilidad de su parte, pero al saber que sería bien recompensada y por otro lado sería un favor que él jamás olvidaría, me hacía optar por lo obvio, por ayudarle. Olvidándome de lo “obvio”, pase a un segundo plano, que a estas horas las noticias de nuestro “noviazgo” estaba en boca de todo el mundo y en unas pocas horas estallarían en mis narices. Dios, solo déjame dormir esta noche. El timbre de una llamada me despertó de mis ensueños, con pereza observe el nombre de mi jefe en la pantalla, no comprendí del todo porque me estaba llamando tan temprano ¿Qué horas son? Y tal como lo había predicho ayer, todo exploto en mis narices, recuerdos de la velada de ayer llegaron a mí y maldije por lo bajo, con algo de inseguridad tome su llamada. - ¿Qué está haciendo? – preguntó al otro lado del teléfono, el hombre que me estaba haciendo levantar tan temprano un viernes por la mañana, se escuchaba molesto - Buenos días, señor – dije inaudible, reprimiendo un bostezo. - ¡Nada de buenos días! La quiero exactamente en 10 minutos, ¿entendió? - Sí, señor – dije, aunque dude que me hubiera escuchado pues colgó después de su última frase. ¿qué ra...yos? Él necesitaba de mi ayuda, y me estaba tratando de esta forma. Me miré al espejo antes de darme una ducha fría para despertar por completo, me espante ante mi reflejo, pareciera que no hubiera dormido nada en toda la noche y el cansancio tanto físico y mental estaba cobrando cuentas esta mañana, observe mis ojos de un color verde grisáceo, el cabello color caramelo ondulado que me caía encima de los hombros, mi piel trigueña no ocultaba las ojeras que mantenía bajo mis ojos. Volví a maldecir. En menos de 10 minutos, bajaba las escaleras de mi edificio para ir con mi jefe, todo el ajetreo no me había permitido pensar con claridad mis respuestas para con él, ayer había pensado en ayudarlo, pero hoy, ya no estaba tan decidida. - Buenos días, señor Rizzo – le dije al abrir la puerta del copiloto. Me encontré con su rostro serio y algo irritado. ¿Cómo podía alguien estar molesto tan temprano? El carro estaba inundado de un rico aroma a café. - Tomé, lo va a necesitar – me dijo mientras me acercaba un vaso desechable con café de Starbucks – sí esta frio, será su culpa. Al principio agradecí su acto tan amable, pero la última oración lo hecho todo al caño. - Lo siento, no pude dormir muy bien ayer – dije, la honestidad iba por delante sin saber qué diría y supongo que había hecho meña en él, pues ahora que lo veía, su rostro se tranquilizó. - Está bien, no la puedo culpar… después de todo, yo hice esto – dijo él casi sin querer, aunque sabía que era su forma de pedir disculpas – Pero, tenemos que hablar. - Lo sé, aunque aún… no sé qué responder. - Pensé que lo había meditado todo ayer - Claro que lo medite, Dios, pero una noche no me es buen tiempo para tomar una decisión tan… importante. Él arranco el coche, y por un momento nos quedamos en silencio, quise romper el silencio retomando una vez más la conversación, pero él hablo primero. - La llevaré a desayunar y podremos hablar de esto, llegaremos a un acuerdo que nos beneficie a ambos - No es necesario que me lleve a desayunar, señor. Podríamos hablar tranquilamente en la oficina ¿no lo cree? - Tal como lo dije ayer, Srita. Fiore, quiero dejar esto arreglado antes de que todo se salga de mi control, espero usted lo comprenda – dijo, y sus palabras más que petición, fue de mandato, como siempre. - Entiendo. Me llevo a desayunar a un cafetería sencilla, pero elegante, supuse que era un cliente frecuente, pues el mesero principal lo saludo por su nombre y nos dieron la mesa de “siempre” - Dígame señorita, ¿cree poder con esto? – pregunto él, una vez que el mesero se alejó. - Siendo sincera, señor, no creo que cualquier mujer en mi situación diga que esto es “fácil”. Tal vez hayan personas que lo consideren así, pero no es mi caso, creo que no soy alguien a la que se le consideraría adecuada para estar a su lado – dije, mientras retorcía mi servilleta. Observe como él sonrió, no supe manejar aquello, si era una muestra de simpatía y compresión, o de burla e ironía, pero lo pase por alto. - Y por mi parte, no creo que haya persona más perfecta para representar este papel – dijo y yo no me lo creía. - ¿está usted bromeando? - Por supuesto que no, piénselo bien… la gente está acostumbrada a verme con… ¿Cómo lo dirían? – tomo una pausa y meditó su respuesta – otra clase de mujer, es claro que usted no encaja en esos perfiles. Sería usted algo diferente. - Si bueno, pero… la prensa tendría más curiosidad y ¿qué dirían los empleados de la compañía o su propia familia? ¿No cree que se interpondrían en esto? – pregunté, aunque “esto” ni siquiera existía, todo era tan falso. - Lo agradable de esto es que no dejare que nadie se interponga, señorita Fiore. Soy el directivo, soy independiente y tengo mucho poder. Nadie debe interferir y cualquier cosa que yo diga será diligentemente creída y realizada. Me lo voltee a ver, no podía evitar saber que tenía total razón, pero de estar de acuerdo en esto, aun no estaba del todo segura, después de todo, sentía como si me estuviera poniendo la soga al cuello yo sola. - Y ¿Cómo llevaremos esto? - Todo está arreglado y calculado, de hecho ayer mismo investigue un poco. - ¿Cómo? - Si usted está de acuerdo en aceptar este trato, podría darle más detalles de los movimientos. - Y… ¿Cuál sería nuestro trato? – pregunté, temiendo las respuestas, pero con la curiosidad inundándome por completo. - En favor a la prestación de su “servicio” yo estaría dispuesto a pagarle la cantidad que usted requiera, del mismo modo, a lo largo de lo que dure nuestra “relación” puede tener por seguro que nada le faltara – dijo sin más, y tan seguro de sí mismo y de su “poder”. - Entiendo. Baje el rostro y me mire las manos, el trato era demasiado bueno “cualquier cantidad de dinero y todo lo que requiera”. Ya me veía haciendo los planes, con el dinero podía estudiar y terminar la maestría que deje pendiente, podía mandarle dinero a mis padres que aun tenia a mi hermana menor bajo su cuidado, por otro lado un coche no vendría mal y cambiarme a un departamento mejor sería una idea fantástica, sin embargo, no podía dejarme fiar, había otra cosa que me preocupaba. - Y hablando del tiempo, señor ¿Cuánto duraría esta relación? – pregunté. - Buena pregunta señorita…la verdad que no lo he pensado muy bien, pero que le parece esto… - tomó una pausa y una vez más meditó su siguiente respuesta – entre más tiempo dure con “esta relación”, mayor será la recompensa, es decir, la cantidad podría ser duplicada cada tiempo… tal vez cada 3 meses. ¿Duplicada? O sea, que si pedía medio millón de euros, en tres meses sería un millón, y en seis meses, millón y medio y así sucesivamente, ¡Dios! Era demasiado, no me lo creía del todo, aclare la garganta. - Me queda todo muy claro… una última pregunta, señor – dije, buscando las palabras correctas - y ¿en caso de que aparezca un tercero en nuestras vidas? - Explíquese, señorita – dijo con interés, y mirándome largamente, lo que me puso algo más nerviosa. - Si, que usted encuentre alguien o yo lo haga, ¿Qué pasaría con el trato? - Dudo mucho que yo encuentre a alguien, debo decirle que soy muy fiel en mis relaciones, aunque esta relación sea una simple fachada, no me relacionare con otras mujeres mientras “esto” este en marcha y por su parte espero lo mismo. Realmente no me quiero ver en vuelto en otro caos de infidelidades, es algo que no soportaría – dijo, y su rostro ensombreció, tal vez lo que había dicho Serena acerca de que su exnovia le había montado los cuernos, era cierto. - No tendrá problema alguno con eso, tengo escasa vida social, la verdad es que el trabajo me quita todo el tiempo – dije, sonriendo ante lo obvio. - Menos mal, pero por si las dudas, nuestro contrato tendrá alguna clausula relacionada a eso – comentó y supe que él no confiaba en mí. Mientras el mesero retiraba nuestros platos, yo me disculpe para ir al baño, al regresar sabía que debía dar mis respuestas, todo parecía muy bueno, no tenía problema alguno para cumplir con esto, si todo sería igual que en aquella velada, sonreír y “actuar enamorada”, era pan comido, tenía mucho que ganar y nada que perder. Y volví a pensar en los planes, sin más había tomado la decisión. Tercero - ¿Y bien señorita Fiore? – preguntó a mi regreso, mientras entregaba la cuenta al mesero que se retiraba no apartaba la mirada de mí. - Pues acepto el trabajo, señor Rizzo – dije sin más y él asintió. - Perfecto, creo que ha tomado una buena decisión, señorita… - dijo, y tomo pausa de nuevo, creo que algo no lo dejaba tranquilo – pienso que debería quitarle el título de “señorita”. - ¿Cómo? – pregunté confusa. - Debería dejar de hablarme de usted y ya no decirme señor, pero supongo que lo podemos ver más adelante. Por ahora necesito que chequemos bien las bases del contrato y veamos lo que acontecedera alrededor de usted – miro su reloj de mano, y yo hice lo mismo, en 30 minutos iniciaríamos labores – por lo pronto, se tomara el día. - ¿Cómo? - Necesito que revise algunos papeles y escoja ciertas cosas, por otra parte será lo mejor pues no creo que quiera lidiar con eso… - señalo tras de mí, indicando a una pareja “sospechosa” con lentes oscuros “paparazis” – y tampoco podrá lidiar con sus compañeros de trabajo. - Serena… - susurre, y asentí ante lo que decía. - Entonces, vamos. Nos pusimos el pie al mismo tiempo, mientras tomaba mi bolso de mano y mi gabardina, por otro lado él me tomaba la mano libre y me acercaba hacia él. - Creo que la actuación empieza ahora mismo – susurro, llevándome por entre las mesas, yo solo me deje llevar. Mi jefe me dejo en mi edificio, con unas carpetas, dijo que podría esperar una llamada de él más tarde, aquello me dejo con los pendientes, no agradeció nada y se fue tan rápido como me baje. Tampoco podría esperar un gracias de su parte, después de todo no era un “favor”, era un “servicio”. - Mi jefe – susurre por lo bajo, pensé en lo que dijo al final “cambiar los títulos” eso solo significaría que debería llamarlo por su nombre, un diminutivo o en el peor de los casos – Querido o cariño. Evite pensar en eso, pues me ponía el corazón al cien y el rostro caliente como brazas, me dedique a hojear las carpetas que me había dado. Me impresione bastante al verlas, no solo había información de tiendas en el “Golden Cuadrilátero” o mega-tiendas en el Corso Vittorio, restaurants de etiqueta o nuevos edificios departamentales. También había una carpeta que contenía información de él, de su familia, de la compañía, cosas personales. Él había dicho que escogiera lo que más me gustara, que después mandaría por mí, para ver todo, y arreglarlo, por momentos pensé que mantendría un perfil bajo, seguir siendo “la chica que no encajaba con él” o tal vez esto era mi pago, o tal vez, ¿no podría pensar verme tan mal? Deje todas las carpetas de cosas materiales y concentre mi atención en lo personal. Conocería más a mi jefe, me hubiera gustado que esto me lo comentara de frente y no como un libro que tal vez me tendría que aprender de memoria. Arturo Rizzo 3/Julio Edad: 31 años Estatura: 1.82 Lugar de nacimiento: Nápoles, Italia Estudios: Licenciatura en Administración y dirección de empresas en Universidad de Milan Un master en dirección de moda en Milano Fashion Institute Un degree en Fashion Marketing en Pearsons, The New School for Design, en New York Familia: Padre (falleció): Ronaldo Rizzo Madre (59 años): Geovanna Macabelli 2 hermanos: Mayor, Marianne Rizzo (Ama de casa) Menor, Franco Rizzo (Médico cirujano) Aficiones: Leer novelas históricas Practicar equitación Nadar en épocas de calor Lugares favoritos: Lugares tranquilos y templados. - Este señor no tiene nada de interesante – susurre y observe que esto no lo había escrito él, me pregunto a quien le había tocado la ardua tarea de hacerle un perfil. Mientras pensaba esto, el timbre de una llamada entrante me alerto, pensando sería mi jefe tome con rapidez el celular, pero era mi compañera y amiga Serena. - ¿Bueno? – dije, pensando en las excusas. - ¿Dónde estás? ¿sabes que toda la oficina está hablando de ti en este momento? ¡Qué digo la oficina! ¡Todo el mundo!– grito en exasperación. - Buen día, Serena – le dije, tratando de sonar tranquila. - ¿Qué? Necesito una explicación ahora mismo ¿qué ra...yos está pasando? - Largo de explicar – dije. - Pues empieza, tienes 5 minutos… ¿Cómo rayos te enrollaste con Arturo Rizzo tan rápido? Apenas ayer eras su acompañante y hoy eres su novia. ¿de qué me perdí? - De nada, solo sucedió – no sabía que decir, no había hablado con el jefe sobre si esto quedaba solo entre los dos, o podía hacérselo saber a otras personas. No quería echar a perder el plan de ensueño apenas empezando. – tendrás que darme tiempo para explicarte todo. - ¿tiempo? Tienes 2 minutos exactos, empieza a hablar Sarah, además ¿Por qué no llegaste al trabajo hoy? - Me dio el día libre - ¡Dios! Apenas están iniciando y ¿ya te está consintiendo? O… es que acaso te sacara de ¿trabajar? - ¿Qué? Obvio no, Serena. Necesito trabajar, no puedo dejar botado todo, seguramente el lunes estaré de vuelta. - Ah bueno… y ¿dormiste con él? - ¿co… cómo? – casi se me caía el celular de las manos, al oír su pregunta - ¿Que si dormiste con él? – pregunto ella, elevando un poco la voz - Cállate Serena, si te escuche, pero ¿qué cosas preguntas? No, es obvio que no, apenas estamos iniciando, además aun no me lo creo. - Sarah, es tu jefe, nuestro directivo, uno de los hombres más ricos del país, súper famoso, Dios, te has sacado la lotería. - Eso creo – dije, suspirando - ¿Eso crees? Eso es lo que tienes, en fin, tengo que colgar, me tienes que contar mil cosas, debemos quedar mañana, ¿entiendes? Claro, si no tienes planes con el maravilloso Arturo Rizzo. - No le digas así. - ¿Así como? Maravilloso, lo es ¿no?... como sea, debo colgar, un beso – y corto la llamada. Arturo era ¿maravilloso? Las próximas horas me entretuve viendo los edificios departamentales y las tiendas de ropa, nunca había visto cosas iguales, tampoco imagine que algún día lo podría conseguir. Dios, esto parecía un sueño Una vez más el timbre de una llamada me despertó, me había quedado dormida viendo la televisión, mire la pantalla, era mi jefe. - Estoy afuera – dijo, cuando le tome la llamada - ¿podría esperar un momento? No estoy arreglada. - 5 minutos – dijo y colgó. ¿qué ra...yos? Aun no se le quitaría aquella actitud prepotente. - Buenas noches, señor – dije, al entrar en su coche, me había puesto unos jeans y una playera sencilla, sin embargo los stilettos y el blazer que había escogido le daba al outfit algo de formalidad. - Creo que la noticia ha ido más rápido de lo que imagine – dijo y se puso en marcha. - No podíamos esperar menos, señor, usted dio la noticia a voces - Si si, mi familia quiere conocerla. - ¿Cómo? - La noticia fue transmitida internacionalmente, mi madre ha tomado el primer vuelo de Copenhague a Milan, para venir a verme, y conocerla. - ¿su madre? – no podía procesar la información tan rápido. - Al parecer no me perdona que no le hubiera comentado de lo nuestro y que se haya tenido que enterar por las televisoras. - Espere, señor – dije, entre confundida y paranoica – no puede permitir esto, no estoy preparada. - Tranquilícese, pasara un día con mi hermana en Roma, después vendrá aquí. Tendremos dos días para prepararlo todo. - ¿Su hermana también vendrá? – pregunte, estaba segura que ya empezaba a hiperventilar. - Por supuesto, la noticia ha llegado a oídos de todos. Me voltee a verlo, parecía muy tranquilo ¿acaso no veía la dimensión del problema? sería presentada como su “novia” a su señora madre, no sé si podía con esto. Llegamos a un edificio con departamentos sumamente lujosos, no tuve dudas de que aquí viviera él, pero ¿Por qué me traía a su casa? Subimos hasta el último piso y tal como lo había previsto era el pent-house. Estaba exquisitamente decorado, con tonos negros, grises, y burdeos, tenía grandes ventanales que daba una vista impresionante de la ciudad. - Puede tomar asiento – dijo, mientras se dirigía a lo que imagine seria la cocina - Gracias. No dejaba de voltear por todos lados, me hubiera conformado con tener solo el sofá en el que me había sentado, era mullido y de color negro, contrastaba con la alfombra borgoña bajo mis pies o tal vez me conformaría con el cojín , que al tacto era tan suave. - Es muy bonito su hogar, señor – dije, cuando regreso con dos bebidas y me dio una. - Si bueno, lo que un decorador de un medio millón puede lograr, ¿no? – sonrió irónicamente, se había quitado su saco, y aflojado su corbata, daba un aire más relajado, nada que ver con el jefe gruñón de semanas atrás – y bueno, ¿leyó lo que le di? - Sí, claro – le dije, mientras sacaba las carpetas de mi bolso y las ponía encima de la mesita de la estancia. - Y bien ¿algo que le agrade? Abrí la carpeta del edificio de departamentos en donde había puesto uno de los post-it para separarlo, era un edificio sencillo por fuera, ubicado en el cuadrante sur cerca del trabajo, el departamento era amplio, me había motivado porque la renta no era tan elevada y sabía que en un futuro podía mantenerle. - Creo que no – dijo él y se acercó a la carpeta a buscar un poco. Me molesto que pasara por alto mi decisión, pero no quería abusar de su generosidad, por otro lado, pensé que estaría en busca de algo aún más barato, después de todo era su dinero, me impresione cuando señalo un departamento con balcón, localizado en el cuadrante este - este es mejor. Le mire las especificaciones y si era más bonito que el anterior, mucho más amplio, la vista a las fueras era impresionante, además que lograba conquistarme con el jacuzzi en el baño. Pero el precio, casi triplicaba. - Señor, creo que es algo muy costoso para mi - Si, la buena noticia es que yo lo pagare. - Pero, me queda muy lejos del trabajo. - No es problema, puedo hablar con mi agencia, y que le den un carro mañana temprano. Sabe manejar ¿no? - Sí señor, pero… preferiría el primero, además pensé que quería que mantuviera el mismo perfil, esto no encaja en nada con el perfil que quiero proyectar – dije marcando la foto del lujoso departamento. - Tiene razón, pero no quiero que se comente que soy desconsiderado con usted, además… - hizo una pausa, y supe que estaba considerando lo siguiente que diría. - ¿además? – le alenté. - Siempre daba regalos como estos, en mis relaciones pasadas– susurró Aquello me hizo bajar la guardia, de cierta forma le comprendía, pero era muy lujoso y dudaba poder pagarlo después. - Si bueno, yo no soy su novia realmente – dije. - Eso no lo saben los demás… por cierto, ¿le ha comentado a alguien de lo nuestro? - ¿lo nuestro? Ya todo mundo lo sabe después de todo ¿no? - No me refería a eso, hablo del trato. - Ah no, a nadie. - Perfecto, esto es confidencial, ¿sabe? No puedo correr el riesgo de que se filtre la información de nuestra relación. Lo comprende ¿verdad? - Sí señor, pero entonces… ¿Cómo paso lo nuestro? - Fácil, el trabajar continuamente a mi lado, hizo que despertara sentimientos por mí, yo por supuesto la consideraba un buen elemento para la compañía, usted se declaró y tiempo después nos enamoramos uno del otro. - ¿Así que yo desarrolle los sentimientos primero? – pregunte con ironía. - ¿podía ser de otro modo? - Podría ser al revés, ¿no? - Eso sería imposible… no me hubiera fijado nunca en usted y además… tenía una relación en ese momento. Se le ensombreció el rostro y por un momento pensé que actuaría molesto y arrogante y aunque el comentario me afecto la vanidad por completo “No me hubiera fijado en usted nunca”, decidí evitar la confrontación. - Tiene razón, señor. Eso diré entonces – le dije, con la mejor sinceridad que pude, pero una parte de mí, hubiera deseado que él fuera el loco enamorado. Al final de cuentas no pude quedarme con el apartamento que había escogido en un principio, pero tampoco le acepte el que me proponía, por lo que dejamos uno intermedio, un costo más elevado que el primero, situado cerca del trabajo y sin jacuzzi. Hizo algunas llamadas, para que mañana temprano fuera a comprar ropa al “Golden Cuadrilátero”, él escogió las marcas, también llamo a su agencia para pedir un automóvil, no escatimo en precio tampoco y me dijo que sería un Audi A4 del año, ante mi poca participación le comente que me gustaría en color blanco, él me miro extrañado. - El auto que sea en blanco y con asientos de piel color arena – dijo, y colgó - Gracias, señor. - Si bueno, todo sea por un buen servicio, hablando del servicio, ya puede quitarme el título de “señor” – dijo - Disculpe, señor – pronuncie lo último con cuidado – pero supongo que en privado podemos seguir tratándonos con formalidad ¿no? - Supone bien, pero necesito que te acostumbres, Sarah – dijo y me sorprendí al escuchar mi nombre sin “señorita” por delante y hablarme de tu. - Correcto, Arturo - Mucho mejor. De camino a mi casa, me comentó que el contrato estaría listo mañana temprano y que podría leerlo de camino al shopping, por otra parte, me pidió que estuviera lista para la hora de la comida. - ¿Iremos a algún lugar? – pregunte - Comeremos con mi hermano menor Franco. Por cierto ¿ha leído mi biografía? – pregunto al estacionar el carro. - Si si, señor… pero ¿con su hermano? Pensé que lo veríamos hasta el domingo. - Si bueno, pero él está aquí en la ciudad, supongo que no puedo retrasar su presentación con él. ¿Puede quitarme el titulo? - Si, si Arturo, discúlpame - No hay problema. ¡Ah! Y por favor, mándame a mi correo tu información - ¿mi información? - Si, tú biografía, trabaja en ella hoy. Debo conocerla más, en menos de 12 horas debo saber quién es usted - No tengo mucho que contar. - Yo decidiré eso, la veo mañana. Lo vi perderse en la esquina. Lo primero que hice fue prender el ordenador y trabajar en mi biografía, me guie de la suya. Sarah Fiore 28/Octubre Edad: 27 años Estatura: 1.68 Lugar de nacimiento: Grosseto, Italia Estudios: Licenciatura en Relaciones Publicas en Universitá degli Studi di Trento Un diplomado en diseño de modas en University of Applied Arts en Viena, Austria Familia: Padre (57 años): Miguel Fiore (Contador) Madre (54 años): Lisa Neri (Ama de casa) Hermana menor: Elisa Fiore (Estudiante de bachillerato) Aficiones: Leer novelas románticas Actualizar mi blog Comer paletas de hielo Ayudante de casas hogar de perritos maltratados Lugares favoritos: Casa de mis padres. Playa - Dios, me siento como si estuviera escribiendo un curriculum – suspiré cuando terminé, me sentía extraña hablando de mí, para él. – Mañana será un largo día, así que lo mejor será que mande esto y me vaya a bañar. Desperté temprano, me arreglé informalmente para ir a comprar, después de todo, creo que todo mi armario seria cambiado ese día, me pregunte vagamente cuando empezaría la mudanza y mientras tomaba un café, el celular comenzó a sonar. - Buenos días, ¿estas lista? – pregunto él al otro lado de la línea. - Si, en un rato salgo – le dije. - Perfecto, ya mande por usted. ¿Le parece si la veo al medio día? ¿Cree haber terminado para esa hora con sus compras? – preguntó indeciso. - Me parece bien, no sé cuánto tarde haciendo compras, además es sábado debe haber gente ¿no? - No se preocupe por eso, mande a cerrar las tiendas que pedí que visitara. En el coche que vaya por usted estará el contrato, chéquelo y la veo al medio día. En camino me leí el contrato, parecía un contrato laboral, pero las palabras servicio de noviazgo temporal resaltaban, todos los puntos antes hablados estaban y la cantidad a pagar también (medio millón de euros cada 3 meses) del mismo modo, la propiedad y el coche que recibiría, una cláusula de “fidelidad” y de “confidencialidad” que de ser rota, la cancelación total del contrato, en fin, no había nada que no se hubiera comentado antes, y sin más, firme. Ya había hecho el pacto. Mientras entraba en una de las boutiques, pensé en la gran influencia que tenía mi jefe y con el poder de su influencia podía hacer grandes cosas. Las dependientes de la tienda ya estaban avisadas, con rapidez trajeron ante mi lo mejor de toda la ropa de temporada y lo que se estaba viendo en pasarelas de Londres y Nueva York, por un momento pensé que me sentiría muy bien vistiendo la marca de Elemental. Pero al ver marcas como Chanel, Versace, Armani, Gucci, Prada entre otras, descarte por completo la idea. Me probé muchísima ropa, entre vestidos de noche, vestidos de día, formales y casuales, blusas frescas, camisas de punto, suéteres de cashemere, gabardinas de lana, faldas de algodón y pantalones de vestir, no pude evitar llevar un par de jeans y algunas playeras cómodas, también escogí pares de zapatos, entre tacones, tenis, unos mocasines y algunas sandalias. Al poner mis ojos en algunos artículos de joyería y al recordar el “crédito infinito” me hice con un par de pendientes, una gargantilla y algunas pulseras. Cuando pensé que tenía todo, una de las señoritas que me estaba acompañando a las compras y que al parecer había sido designada por mi jefe, me dijo que faltaba solo una cosa más. - Lencería, señorita – dijo ella. - ¿Cómo? No creo que sea necesario, lo que traigo está bien. - Disculpe, señorita. Estas son las ordenes que siempre sigo del señor Rizzo – dijo cuando vio que me negaba y vi algo de pánico en su rostro. Al final accedí, no quería que tuviera problemas por mis negativas, además el hecho de que comentara que “siempre seguían este tipo de órdenes” me hizo adivinar que no era a la primera “novia” que llevaba de compras, me llevo a escoger lencería en Carine Gilbson, me hice por lo obvio, unas pantaletas y brasiers a juego, me compre algunos bralets y muchos pares de medias y pantimedias. Sin embargo al pasar por lencería atrevida y sensual, no pude más que agarrar un baby doll negro y dos camisones cortos con transparencia, estaba segura que mi cara estaba más roja que los tomates, pero debía representar bien el papel de “novia”, para mis adentros supondré que eso hacen.

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Text :Mi jefe me llevó por la mano entre las personas, y una conductora nos detuvo. - Señor Rizzo, de la televisora Montreal ¿nos permite unas preguntas? – preguntó ella, ignorándome completamente. - Claro, pero primero… - jaló de mi mano con suavidad y me acercó más a él – permita que le presente a mi coordinadora de producción, y mi acompañante de esta noche, la señorita Fiore. - ¿Su acompañante? – preguntó la conductora confundida – ¿eso quiere decir que no veremos esta noche a la modelo Elena Port? Observé como él fruncía el ceño y tensaba su mandíbula, señal de que parecía algo irritado, apretó mi mano un poco y ya me iba a quejar cuando me soltó y sentí como pasaba su brazo por mi cintura. - Como le comentaba, la señorita Fiore, mi acompañante de esta noche y mi novia actual. - ¿Y usted señorita Fiore? ¿Cómo es la relación amorosa y laboral con uno de los directivos más representantes del país en la industria de la moda? – preguntó ella, y la palabra “amorosa” no dejaba de palpitar en mi cabeza. - Bien, complicada, pero bien - logré decir. Primero Atine a decir un par de palabras de disculpa, antes de que de la nada él solo me dijera que me callara. Solo asentí, era normal que estuviera molesto e irritado, claro que era normal. Pero tampoco me merecía ese trato tan despreciable. - ¿Podrías irte? – dijo, mientras se dejaba caer en el sillón más cercano y me daba la espalda. - Claro – me acerque a la puerta y salí de ahí sin voltearlo a ver. Llegue a mi cubículo, parecía todo un poco más alocado que días anteriores. Serena que era mi compañera de a lado, se permitió un momento para poder conversar conmigo. - ¿cómo te fue? - Mal, está hecho una furia - contesté, mientras acomodaba unos expedientes. - ¿Y luego? – preguntó un poco ansiosa. - Y luego… nada, me dijo que me fuera. No sé si me llamara más al rato. - Lo más probable… ¿sabes? Dicen las chicas que esta así porque su novia le puso los cuernos. - ¡Por Dios! ¿qué niña le pondría los cuernos a semejante hombre? – pregunté más para mí que para Serena. - Tal vez una niña que no recibe amor y veo Sarah que te encanta el jefe… o ¿no? - Cállate, solo admito que es apuesto. - ¡Claro que es apuesto! Además de rico, apareció en el puesto tres, en la revista Forbes. No supe que mas decirle. El jefe era apuesto, alto, con el cabello negro, de tez clara y esos ojos castaño dorado, era delgado de complexión musculosa, pero todos esos atributos no servían para tapar el horrible carácter que tenía. ¿Qué culpa tenía yo de que su novia le pusiera los cuernos? Otra vez, una noche más saliendo tarde la oficina, ya casi todos los demás empleados se habían ido, observe la oficina del jefe por encima de mi hombro y por debajo de la puerta veía salir luces. - Así que sigues ahí – solté un suspiro, cheque mi reloj de muñeca por décima vez. Quería ir a preguntar si me podía retirar, pero tenía cierto temor de encontrarme con la fiera de horas atrás. ¡Estoy cansada! - ¿Se puede? – pregunté al tocar. - Pase Lo encontré sentado enfrente de su escritorio, la corbata deshecha alrededor de su cuello, el cabello revuelto, y sus ojos clavados en un par de muestrarios de telas. - ¿qué necesita señorita? – preguntó sin voltearme a ver. - Señor, ya son casi las 10 de la noche me preguntaba ¿si me necesitaba para algo más, o ya puedo retirarme? – pregunté con cierto temor. - Las diez… - susurro, dejo los muestrarios sobre el escritorio de caoba y se volteó a verme - ¿Por qué no se ha ido, si ustedes salen a las 8? - Pensé que el señor me llamaría para conversar sobre el tema que quedo pendiente… - no debí recordárselo, pero él había preguntado. Observe como frunció el ceño y me preparaba para otro momento de “mala actitud” - Entiendo… ya olvídelo – tomo su saco, agarro su celular y se movió hacia mí – vamos, la llevo a su casa. - ¿Co-cómo? - ¿trae coche? - Oh no, pero… - Entonces muévase. Paso por delante de mí y mis ojos se clavaron en su cuello, odiaba la forma tan demandante como “pedía” y hacía todo, lo odiaba, pero bien tenía que admitir que la solicitud de llevarme no podría negársela, tardaría años en llegar sí tomaba el metro y el bus de regreso a casa. Llegamos al estacionamiento del edificio, con tristeza vi que solo quedaban escasos 3 coches más, caminamos hacia el fondo y su Mercedes Benz azul marino, estaba estacionado. - ¿A dónde la llevo? – preguntó, mientras encendía el coche. - Al norte, señor, yo le indico. - Correcto Los primeros minutos del camino, fueron de un silencio casi sepulcral, de no ser por la música que salía del reproductor la cual solo era clásica, todo el trayecto hubiera sido silencioso. Lo vi de reojo, no parecía tener más de 35 años y sus gustos eran muy aburridos - Señorita – susurro él, y pauso un momento - Le debo una disculpa por mi comportamiento de horas atrás, creo que en efecto fue descortés de mi parte. Mis ojos se abrieron desmesuradamente, mientras trataba de obligar a mi mente a recordar hasta la más mínima palabra antes escuchada. - No, no hay problema señor, entiendo que… este pasando por malos días. - ¿Disculpe? Se volteó a verme, justamente en ese momento había parado por un semáforo en rojo, sus ojos dorados me taladraban con lentitud, como si con eso me obligara a decirle todo y cada una de las cosas que por mi mente pasaban. - Na-nada – respondí con rapidez. - Se a qué se refiere, pero admito que aquello no tiene nada que ver con la actitud que tome para con usted – dijo, aparto sus ojos de los míos y continuo manejando - Entiendo. – aunque no entendía si estábamos en la misma sintonía y hablábamos de lo mismo, pero lo mejor era no preguntar. Llegamos a mi edificio de departamentos, observe como él los miraba detenidamente, seguramente imaginando que no se comparaba en nada con el pent-house que tenía en el cuadrante este. - Muchas gracias, Señor, que pase buena noche – me apresure a abrir. - Espere… - dijo mientras detenía mi mano que iba a la manija de la puerta y la ponía sobre mi regazo con suavidad. – La necesito mañana temprano, en las oficinas - Entiendo, llegare a las 9 am en punto, señor. - No, la necesito a las 7am En mi mente ya empezaban a fluir grandes palabrotas para el cabezota que tenía en frente, pero era mi jefe, era una ¿orden? - Pasare por usted, a las 7 en punto – dijo, mientras me abría la puerta desde adentro – Pase buena noche. Me baje con rapidez, apenas cerré la puerta, él arranco y se perdió al voltear en una esquina de la cuadra. - ¡Maldito! – dije y entre al edificio muy disgustada. Al levantarme al día siguiente, me costó bastante, tome un baño muy rápido, seque mi cabello y me puse lo más presentable que pude, pensé que era superfluo mi comportamiento, pues solo era mi jefe. Pero al final de todo, lo vi necesario. Faltaban 10 minutos para que dieran las 7, cuando vi el Mercedes de ayer estar estacionado en frente de la banqueta, termine de cerrar la puerta del edificio y me dirigí hasta el lujoso coche. - Buenos días señor – dije suavemente, mientras me subía al coche. - Buenos días, tome esto – dijo, mientras me pasaba una carpeta de aros, de tamaño mediano – necesito que me ayude. Abrí la carpeta, era la planificación de la próxima colección otoño-invierno, estábamos a escasos un mes de presentarla. - Sé que usted está ocupada con la coordinación de producción, pero necesito su apoyo para el gabinete de prensa. - Entiendo, señor. - Necesito que se confirmen las asistencias de invitados, haga las convocaciones a la prensa, decida los asientos de invitados y me consiga un jefe de prensa. Y también, necesito su apoyo para el plan de comunicación, idear una estrategia para dar a conocer la marca, informar y crear noticia, para llamar la atención. - Me parece bien. Llegamos a la oficina, y me fui corriendo a mi cubículo para comenzar de una vez, la oficina estaba vacía, agradecí por aquello, pues no tenía que dar explicaciones al llegar con mi jefe. No quería que nadie lo malinterpretara. Cuando termine con las llamadas, ya era más de medio día y había algo que me llamaba la atención y era que como “acompañante” del jefe, no había ningún solo nombre, me debatí contra mi mente durante varios minutos, el pensar si era correcto hacerle ver este pequeño e insignificante detalle, luego decidí que no era correcto pues podría invadir su privacidad, pero después me imagine siendo castigada por no haber puesto a la persona correcta, por no haber preguntado y dejando a mi jefe en absoluta soledad durante la presentación. Finalmente me decidí comentarle. - Pase – escuche su voz profunda del otro lado de la puerta. - Señor, he terminado con lo que me pidió, ya tengo a 80 personas confirmadas y las que falta quedarían de avisar a más tardar mañana por la mañana - Correcto, y ¿prensa? - Se confirmó dos televisoras nacionales, una internacional, de prensa gráfica nos ofrecieron dos artículos en revistas de moda, tengo al fotógrafo para el backstage, y al equipo de cámara que cubra el evento, tengo al señor Joseph Duperon como editor responsable y a Cristina Sevadua como directivo de publicaciones y solo estoy en espera de confirmación de dos bloggers para prensa on-line. - Está bien ¿Ya armo la estrategia de comunicación? - Sí, señor, enseguida, solo… - ¿Solo? – se volteó a verme con frialdad y detenimiento, supongo que esperado malas noticias. - Necesito el nombre de su acompañante, para mandarle la invitación, llamar y confirmar. Me voltee a seguir haciendo mis anotaciones, dándole a entender que para mí, no tenía ni la más mínima importancia, escuche un suspiro y vi de reojo como tomaba un post-it y escribía algo, después me extendió el papel. - Puede poner este nombre y que por favor confirme para antes de la hora de comida – dijo, mientras sonreía de medio lado. - Si señor – contesté, mientras tomaba el papel, y contemplaba el nombre con aquella perfecta caligrafía. “Srita. Sarah Fiore” - Pero señor – dije, no comprendía nada, releí unas 10 veces y hasta parpadee otras 5, pero ante mis ojos una y otra vez aparecía mi nombre. - ¿Pero? - ¿Es una broma? – me voltee a verlo, con el ceño fruncido, y mi ego pisado – porque entonces sus disculpas de ayer, no valdrán nada, porque esto es… - ¿Puede confirmar antes de la comida, o va a necesitar más tiempo, señorita Sarah Fiore? – pregunto mientras me daba la espalda, y se volteaba a ver por el gran ventanal. - ¿Está hablando usted en serio, señor? - ¿Acaso he bromeado con usted sobre asuntos laborales? - Claro que no, usted es muy serio, pero siempre he estado coordinando el evento desde backstage, por eso yo no estoy… - Es usted muy competente debo admitirlo, sabe lo que hace y lo hace muy bien, y nunca he pensado lo contrario – dijo, mientras detenía sus ojos en mí y me miraba de forma sincera – necesito a alguien que sepa de este mundo y no solo una cara bonita que se preste a ser fotografiada y filmada mientras yo acaparo la atención. Al ser mi acompañante, va en representación de la empresa y no mía. ¿ha entendido? - Si – sin desearlo, sus palabras habían creado un sonrojo involuntario y bastante notorio, me distraje acomodando el pedazo de papel con mi nombre entre las hojas de invitados, para evitar verlo a los ojos. - Entonces, confirme antes de la comida, puede retirarse. Contemple un par de momentos aquel papel, antes de ir con el equipo de trabajo y diseñar estrategias, cheque la lista, me anote, y a un lado puse “Confirmado” Aquel día me fui temprano a casa, el jefe no me llevo, ni tampoco volvió a decirme que a las 7am me esperaba para el día siguiente, sin embargo, supuse que debía prepararme por si algo como que llegara a buscarme se presentara, pero eso no paso, ni al día siguiente, ni al después de ese, ni en esa semana. Estábamos a 15 días de la presentación y mientras veía a las modelos pasar a fittings, pronto caía en la cuenta que no tenía nada que ponerme y que el hecho de que eso me afectara mucho más por ser acompañante del presidente, me ponía más nerviosa y mucho más estresada, en busca de ayuda “profesional” decidí contarle a Serena. - ¿Me estás diciendo que serás acompañante de nuestro jefe? ¿el señor Arturo Rizzo? – preguntó como por quinta vez, mientras caminábamos por las tiendas departamentales – ¿de Arturo Rizzo, nuestro jefe? - Si Serena, ¿qué tiene? - Eres su empleada, él es tu jefe – dijo - Lo sé, pero él dijo algo como solo por trabajo… - ¡Ah claro que solo por trabajo! no creo que después de andar con semejantes modelos profesionales y actrices internacionales se conforme contigo, Sarah. - ¿cómo? ¿Y dices algo así, siendo mi amiga? – dije algo molesta, más porque sabía que era verdad, aunque en realidad en ningún momento me pensé como siendo algo más de este señor petulante, de carácter soberbio y de modales malos. – Aunque se bien, que nunca pasaría. - Qué bueno que eres consciente de eso, Sarah. Además sí te digo algo así es porque somos amigas. Ese día no conseguí más que una peineta, pero al llegar a casa, el portero me entrego una caja y un sobre con ella. Contemple un rato el sobre, solo tenía mi nombre en él, conocía esa letra, era de él. Abrí el sobre con emoción y me encontré con la invitación sellada impresa en un papel mate con letras color borgoña y tacto de satín, seguido de eso una nota firmada por él que leí con torpeza al inicio, como no entendí nada, tuve que reiniciar mi lectura por segunda vez. Ignorando si tienes algo que ponerte para el día de presentación, me tome el atrevimiento de escogerte algo, de tener las medidas erróneas, hazme el favor de notificarlo. Por otro lado, ese día mandare por usted alrededor de las 10pm, trate de estar lista antes de la hora. Arturo Rizzo. Me dirigí al paquete y lo abrí para hallarme con el contenido, parecía algo irreal, y casi como un cuento de hadas, de tanto brillo y elegancia. Saque aquel vestido color rubí, era realmente hermoso y delicado, me asuste un poco al ver el escote que se deslizaba por la parte de atrás y me sonroje al pensar que él lo había escogido, tenía un corte imperio, con los hombros descubiertos, contemple la siguiente prenda, eran un par de zapatos plateados, con cintas alrededor de él y con tacón fino tipo stiletto, los deje en el suelo, y cuando vi la tercera pieza, tuve que contener el aliento un segundo al abrir la caja de tamaño mediano y observar su contenido, era una gargantilla con pequeños brillantes y unos pequeños pendientes - Esto es demasiado – susurre para mí misma. No pude evitar no pensar en él, y en que le agradecería en la primera oportunidad que le viera, agradecí mentalmente que no hubiera encontrado un vestido, pues estoy segura que ninguno se compararía con el que ahora descansaba sobre mi cama. Segundo A una semana de la presentación, me empecé a sentir nerviosa, siempre había estado checando la presentación desde backstage, en esta ocasión el solo saber que estaría sentada en el front row y que iría como acompañante de nuestro directivo me ponía bastante nerviosa. El día esperado llego, fuimos al recinto temprano para checar los ensayos en pasarela, las últimas pruebas de vestuario, también la iluminación del set y confirmar a los últimos invitados para hacerles lugar en los asientos. Antes de dejar el trabajo, afine algunos detalles con el jefe. - Señor Rizzo, ¿nuestro diseñador Leonardo De Rosa ha hablado con el jefe de prensa? - No lo he checado ¿Por qué? - Hay un par de reporteros y una blogger que quieren hacerle entrevistas y necesitaba confirmarlo. - Yo le comentare a Leo y que el publirrelacionista arregle eso con prensa. - Perfecto, entonces me retiro ¿necesitara algo más? – pregunte, mientras veía como levantaba la mirada de su iPad y me miraba largamente. - No, puede retirarse, no se olvide de ser puntual. - No se preocupe, señor. Llegue a casa con tiempo de sobra, tome un baño caliente y comencé la interminable rutina de arreglo, el cabello fue lo que más me dio problemas, al final opte por amarrarlo en un moño alto, con algunos cabellos cayéndome alrededor del rostro, de esta forma la atención venía directo a mi cuello donde descansaba el collar y por detrás dejaba el protagonismo al gran escote. Unos minutos antes de dar las diez en punto, observe que una limosina aparecía aparcada en frente de la banqueta, suspire lentamente y baje. Pero para mi sorpresa, la limosina estaba vacía, cuando le pregunte al chofer ¿Dónde se encontraba el señor Rizzo? Él dijo que llegaría solo. ¿Solo? yo era su acompañante, ¿Por qué ra...yos iría solo? Pensé que había confundido su solicitud, por un momento hasta creí que estaba haciendo todo de la manera equivocada. Pero me tranquilice al pensar que tal vez, solo tal vez, él se había retrasado en la compañía. El recinto comenzaba a ser ocupado, meseros caminaban con charolas y bebidas en ellas, fotógrafos por todas partes, algunas televisoras en sus sets pequeños entrevistaban a personas reconocidas y famosas, mientras las azafatas empezaban a colocar a la gente en sus lugares sentí algo de desconfianza, estaba incomoda, por momentos pensaba que no pertenecía a este lugar. - ¿En representación de quien viene, señorita? – dijo una voz tras de mí, mientras sentía un agarre de mi brazo. Al voltearme, un hombre alto de piel oliva, de ojos grises fijaba su mirada en mí, lo observe largamente y por un momento olvide su pregunta. - De la empresa Elemental, soy coordinadora de producción – comente mientras notaba que su mano se resbalaba con suavidad hacia mi cintura. - ¡Oh! ¿Usted es anfitriona entonces? - Se podría decir - ¿Entonces podría acompañarme en la velada, señorita? Con suavidad sentí como su mano empujaba suavemente de mi cintura, me voltee a ver y frente a mi aparecía mi jefe, traía un esmoquin, observe que su moño combinaba con el color de mi vestido y no pude evitar sonrojarme ante el detalle. Él se veía demasiado bien. - Lo siento, Ernest, pero la señorita viene conmigo - Por fin aparece el hombre de la noche, Arturo Rizzo – comento esto último, con una sonrisa de oreja a oreja, pero notando fijo que sus palabras habían sido irónicas. - Si y ¿tú? ¿Vienes de espía de Cosmo? – pregunto mi jefe, mientras le miraba de manera fulminante Volví con asombro mis ojos al susodicho, ¿Cómo pude pasarlo por alto? Este hombre es el director de la compañía Cosmo, una gran competencia para nuestra empresa, Ernest Bellini. - Por supuesto que no, Arturo – dijo él, la sonrisa se le borro y suspiro – solo quería divertirme con tu coordinadora. Alerte su mirada hacia mí y me quede muda, pues aquella mirada fue de absoluto gusto, ignorando la presencia de mi jefe, me tiro un guiño. - Si, bueno… ella viene conmigo, ¿nos permites? - Claro claro – dijo él, y yo me deje llevar por mi jefe. Me llevo por la mano entre las personas, no caminamos mucho, cuando una conductora nos detuvo. - Señor Rizzo, de la televisora Montreal ¿nos permite unas preguntas? – pregunto ella, ignorándome completamente. - Claro, pero primero… - jalo de mi mano con suavidad y me acerco más a él – permítame que le presente a mi coordinadora de producción, y mi acompañante de esta noche, la señorita Fiore. - ¿Su acompañante? – preguntó la conductora confundida – ¿eso quiere decir que no veremos esta noche a la modelo Elena Port? Pude observar como él fruncía el ceño y tensaba su mandíbula, parecía algo irritado, apretó mi mano un poco y ya me iba a quejar, cuando me soltó y pasaba su brazo por mi cintura. - Como le comentaba, la señorita Fiore mi acompañante de esta noche y mi novia actual. Por un momento no asimile bien que había dicho, pensé que había escuchado mal y solo sonreía por inercia, pues la cámara ya empezaba a grabar y la conductora, hacia preguntas a mi jefe con emoción, pidiendo más datos de nuestra ¿relación? - ¿Y usted señorita Fiore? ¿Cómo es la relación amorosa y laboral con uno de los directivos más representantes del país en la industria de la moda? – preguntó ella, y la palabra “amorosa” no dejaba de palpitar en mi cabeza. - Bien, complicada, pero bien. La conductora agradeció y se retiró, el conductor del evento daba indicaciones que tomáramos nuestros lugares, pues la pasarela pronto iniciaría, no quería comentar nada de aquello, por lo que preferí guardar silencio, seguramente fuera una broma, claro, de seguro era para un programa de chistes y saldría en algún programa de parodias como Saturday Night. Además, él no había dicho nada, pero su mano seguía sujetándome con fuerza y decisión la mía. Mientras caminábamos entre la gente, muchas personas le saludaban, yo solo mantenía una sonrisa y cuando él me presentaba, volvía a poner “Acompañante y novia” en la misma oración. No comprendía nada. - Espere, espere – susurre, cuando nos poníamos frente a un reportero. - Un momento – le dijo él y se volteó a verme - ¿Qué pasa? - ¿Qué significa esto? No comprendo - Lo estás haciendo bien, sígueme la corriente - Pero… - él me miró fijamente y me retrocedió un poco, se me acerco al oído para que nadie alrededor pudiera escucharnos - ¿Tienes pareja? - ¿Eh? Eso… no, no tengo, pero… - ¿Puedes con esto, o no? - Sí, pero señor… - Necesito una pareja para esta noche, ¿entiende? Un flash de cámara interrumpió nuestra conversación, cuando me voltee, un fotógrafo paparazzi captaba aquel momento, que parecía muy comprometedor. Mi jefe se volteó hacia ellos. - No más preguntas por ahora, haremos las entrevistas terminando, que disfruten de la pasarela. Seguido de algunos hombres de seguridad, pudimos llegar a los asientos sin ninguna interrupción, su petición seguía rondando mi cabeza “Necesito una pareja”, aunque no entendía del todo, ¿Por qué yo? El evento dio inicio, muchos fotógrafos y cámaras se encargaban de la total cobertura, sin embargo no pude ignorar que algunos otros ponían sus miras en nosotros, él representaba bien el papel de una pareja, tenía una de mis manos entre las suyas y de vez en cuando volteaba para sonreírme. Solo al pasar de la hora, pude asimilar la situación y pensé que tomaría esto como algo del trabajo. La pasarela termino y los negocios apenas comenzaban y con ello la imagen que estábamos proyectando también; de nueva cuenta reporteros y fotógrafos se reunieron a nuestro alrededor, mantuve mi mejor sonrisa todo el tiempo. La mayoría de preguntas se dirigían a él, algunas caían sobre mí y trataba de verme sincera y sobre todo “enamorada”. Poco después de las preguntas del noviazgo, salían las preguntas relacionadas con la presentación de la nueva línea, para mis adentros agradecía esto, en este tema ambos contestábamos, a veces nos complementábamos, agradecí bastante cuando apareció nuestro diseñador el señor De Rosa y acaparo toda la atención Al final de todo, nos había ido bien, aunque en el lanzamiento de la pre-colección cerramos tratos con los mejores compradores, muchos clientes habían pedido citas para un showroom y otros tantos estaban interesados en ser proveedores. La noche fue un éxito, y podía empezar a despedirme de las fachadas, pues ahora ya no habría más motivos para fingir. - Señor, me retiro a mi casa – le comente cuando caminábamos hacia la salida. - ¿No ira al after-party? – preguntó, enarcando una ceja. - ¿Necesita que lo acompañe también? La verdad es que estoy muy agotada, ha sido un día muy largo y… - me sonroje un poco – confuso. - Entiendo, entonces vamos, yo la llevo - No, no necesita hacer eso, pediré un taxi - Está representando el papel de novia, no puedo dejarla ir a su casa y yo irme solo por otro lado – comentó y salió caminando hacia fuera, mientras yo trataba de agarrar su paso tras de él. Él tenía razón, después de todo no se podía bajar la guardia, algún paparazzi podría estar aún y listo para captar cualquier movimiento nuestro. Pidió al valet que trajera su coche y nos pusimos en camino. - Señorita Fiore – dijo, después de bajar de volumen a la música – le ofrezco la más sincera de mis disculpas. - No se preocupe, señor. Tomare esto como parte de un trabajo – susurre, dando una sonrisa de confiabilidad, me agradaba que él fuera amable aun en estos pequeños ratos, que al parecer se estaban haciendo cada vez más constantes. - Si, usted hace bien, sin embargo no crea que no le daré nada en pago… - No es necesario, señor. Fue solo una noche, después de todo. - Una noche… - susurro, y le vi la sonrisa de medio lado – sabe que eso no será posible ¿verdad? Aquello me saco múltiples confusiones, aun mas de las que ya tenía, no entendía nada. - Tendrá que explicarse – le dije, y me volteaba a verle. - No es como que iniciáramos una relación hoy y la terminamos al día siguiente, eso no cuadra. - Ya lo sé, pero es mi jefe. - Y usted mi coordinadora principal. - ¿Ve lo descabellado de la situación? - Usted no entiende, mañana estaremos en boca de todo mundo ¿cree que puedo romper nuevamente? ¡Ya no lo soportaría! Subió el tono de su voz, hasta estallar en un grito, recordé que todo esto sucedió al ser mencionada a su exnovia Elena Port, es por eso, que él ya no deseaba otro ¿escandalo? - Señor… yo, necesito pensarlo – le dije con suavidad, estaba claro que no podía romper los compromisos hoy, estaba cansada como para pelear y él parecía muy irritado. - Está bien, pero quiero comentarle que de aceptar será bien recompensada. - Lo entiendo. El resto del camino, nos fuimos en silencio, al aparcar en mi edificio, él se asomó nuevamente para verlo, pude notarle la mirada de absoluto disgusto, pero lo pase por alto. - Entonces, lo veo mañana en la oficina. - ¿la oficina? De ningún modo, esperare por usted temprano, necesito saber sus respuestas antes de enfrentarme con el mundo entero. Paso por usted a las siete de la mañana – dijo, mientras me traladaba con sus ojos dorados, no podía negarme. - Correcto. Me prepare para salir, pero él me detuvo con suavidad por el brazo. - Me tiene entre la espada y la pared – susurro – medítelo muy bien, por favor. De nuevo él abrió la puerta, su cercanía me había aturdido un momento pero no esperaba aquellas palabras, por lo que no supe que contestar, solo baje de su coche y observe como se perdía al doblar la esquina. Estaba muy agotada, sin embargo, no podía conciliar el sueño, todos los sucesos de la noche acudían a mi cabeza rápidamente, no tenía ni idea de que decisión sería la mejor y todo empeoraba al recordar sus peticiones. Sabía que mi jefe era un hombre descortés, prepotente y a veces sin un dejo de amabilidad de su parte, pero al saber que sería bien recompensada y por otro lado sería un favor que él jamás olvidaría, me hacía optar por lo obvio, por ayudarle. Olvidándome de lo “obvio”, pase a un segundo plano, que a estas horas las noticias de nuestro “noviazgo” estaba en boca de todo el mundo y en unas pocas horas estallarían en mis narices. Dios, solo déjame dormir esta noche. El timbre de una llamada me despertó de mis ensueños, con pereza observe el nombre de mi jefe en la pantalla, no comprendí del todo porque me estaba llamando tan temprano ¿Qué horas son? Y tal como lo había predicho ayer, todo exploto en mis narices, recuerdos de la velada de ayer llegaron a mí y maldije por lo bajo, con algo de inseguridad tome su llamada. - ¿Qué está haciendo? – preguntó al otro lado del teléfono, el hombre que me estaba haciendo levantar tan temprano un viernes por la mañana, se escuchaba molesto - Buenos días, señor – dije inaudible, reprimiendo un bostezo. - ¡Nada de buenos días! La quiero exactamente en 10 minutos, ¿entendió? - Sí, señor – dije, aunque dude que me hubiera escuchado pues colgó después de su última frase. ¿qué ra...yos? Él necesitaba de mi ayuda, y me estaba tratando de esta forma. Me miré al espejo antes de darme una ducha fría para despertar por completo, me espante ante mi reflejo, pareciera que no hubiera dormido nada en toda la noche y el cansancio tanto físico y mental estaba cobrando cuentas esta mañana, observe mis ojos de un color verde grisáceo, el cabello color caramelo ondulado que me caía encima de los hombros, mi piel trigueña no ocultaba las ojeras que mantenía bajo mis ojos. Volví a maldecir. En menos de 10 minutos, bajaba las escaleras de mi edificio para ir con mi jefe, todo el ajetreo no me había permitido pensar con claridad mis respuestas para con él, ayer había pensado en ayudarlo, pero hoy, ya no estaba tan decidida. - Buenos días, señor Rizzo – le dije al abrir la puerta del copiloto. Me encontré con su rostro serio y algo irritado. ¿Cómo podía alguien estar molesto tan temprano? El carro estaba inundado de un rico aroma a café. - Tomé, lo va a necesitar – me dijo mientras me acercaba un vaso desechable con café de Starbucks – sí esta frio, será su culpa. Al principio agradecí su acto tan amable, pero la última oración lo hecho todo al caño. - Lo siento, no pude dormir muy bien ayer – dije, la honestidad iba por delante sin saber qué diría y supongo que había hecho meña en él, pues ahora que lo veía, su rostro se tranquilizó. - Está bien, no la puedo culpar… después de todo, yo hice esto – dijo él casi sin querer, aunque sabía que era su forma de pedir disculpas – Pero, tenemos que hablar. - Lo sé, aunque aún… no sé qué responder. - Pensé que lo había meditado todo ayer - Claro que lo medite, Dios, pero una noche no me es buen tiempo para tomar una decisión tan… importante. Él arranco el coche, y por un momento nos quedamos en silencio, quise romper el silencio retomando una vez más la conversación, pero él hablo primero. - La llevaré a desayunar y podremos hablar de esto, llegaremos a un acuerdo que nos beneficie a ambos - No es necesario que me lleve a desayunar, señor. Podríamos hablar tranquilamente en la oficina ¿no lo cree? - Tal como lo dije ayer, Srita. Fiore, quiero dejar esto arreglado antes de que todo se salga de mi control, espero usted lo comprenda – dijo, y sus palabras más que petición, fue de mandato, como siempre. - Entiendo. Me llevo a desayunar a un cafetería sencilla, pero elegante, supuse que era un cliente frecuente, pues el mesero principal lo saludo por su nombre y nos dieron la mesa de “siempre” - Dígame señorita, ¿cree poder con esto? – pregunto él, una vez que el mesero se alejó. - Siendo sincera, señor, no creo que cualquier mujer en mi situación diga que esto es “fácil”. Tal vez hayan personas que lo consideren así, pero no es mi caso, creo que no soy alguien a la que se le consideraría adecuada para estar a su lado – dije, mientras retorcía mi servilleta. Observe como él sonrió, no supe manejar aquello, si era una muestra de simpatía y compresión, o de burla e ironía, pero lo pase por alto. - Y por mi parte, no creo que haya persona más perfecta para representar este papel – dijo y yo no me lo creía. - ¿está usted bromeando? - Por supuesto que no, piénselo bien… la gente está acostumbrada a verme con… ¿Cómo lo dirían? – tomo una pausa y meditó su respuesta – otra clase de mujer, es claro que usted no encaja en esos perfiles. Sería usted algo diferente. - Si bueno, pero… la prensa tendría más curiosidad y ¿qué dirían los empleados de la compañía o su propia familia? ¿No cree que se interpondrían en esto? – pregunté, aunque “esto” ni siquiera existía, todo era tan falso. - Lo agradable de esto es que no dejare que nadie se interponga, señorita Fiore. Soy el directivo, soy independiente y tengo mucho poder. Nadie debe interferir y cualquier cosa que yo diga será diligentemente creída y realizada. Me lo voltee a ver, no podía evitar saber que tenía total razón, pero de estar de acuerdo en esto, aun no estaba del todo segura, después de todo, sentía como si me estuviera poniendo la soga al cuello yo sola. - Y ¿Cómo llevaremos esto? - Todo está arreglado y calculado, de hecho ayer mismo investigue un poco. - ¿Cómo? - Si usted está de acuerdo en aceptar este trato, podría darle más detalles de los movimientos. - Y… ¿Cuál sería nuestro trato? – pregunté, temiendo las respuestas, pero con la curiosidad inundándome por completo. - En favor a la prestación de su “servicio” yo estaría dispuesto a pagarle la cantidad que usted requiera, del mismo modo, a lo largo de lo que dure nuestra “relación” puede tener por seguro que nada le faltara – dijo sin más, y tan seguro de sí mismo y de su “poder”. - Entiendo. Baje el rostro y me mire las manos, el trato era demasiado bueno “cualquier cantidad de dinero y todo lo que requiera”. Ya me veía haciendo los planes, con el dinero podía estudiar y terminar la maestría que deje pendiente, podía mandarle dinero a mis padres que aun tenia a mi hermana menor bajo su cuidado, por otro lado un coche no vendría mal y cambiarme a un departamento mejor sería una idea fantástica, sin embargo, no podía dejarme fiar, había otra cosa que me preocupaba. - Y hablando del tiempo, señor ¿Cuánto duraría esta relación? – pregunté. - Buena pregunta señorita…la verdad que no lo he pensado muy bien, pero que le parece esto… - tomó una pausa y una vez más meditó su siguiente respuesta – entre más tiempo dure con “esta relación”, mayor será la recompensa, es decir, la cantidad podría ser duplicada cada tiempo… tal vez cada 3 meses. ¿Duplicada? O sea, que si pedía medio millón de euros, en tres meses sería un millón, y en seis meses, millón y medio y así sucesivamente, ¡Dios! Era demasiado, no me lo creía del todo, aclare la garganta. - Me queda todo muy claro… una última pregunta, señor – dije, buscando las palabras correctas - y ¿en caso de que aparezca un tercero en nuestras vidas? - Explíquese, señorita – dijo con interés, y mirándome largamente, lo que me puso algo más nerviosa. - Si, que usted encuentre alguien o yo lo haga, ¿Qué pasaría con el trato? - Dudo mucho que yo encuentre a alguien, debo decirle que soy muy fiel en mis relaciones, aunque esta relación sea una simple fachada, no me relacionare con otras mujeres mientras “esto” este en marcha y por su parte espero lo mismo. Realmente no me quiero ver en vuelto en otro caos de infidelidades, es algo que no soportaría – dijo, y su rostro ensombreció, tal vez lo que había dicho Serena acerca de que su exnovia le había montado los cuernos, era cierto. - No tendrá problema alguno con eso, tengo escasa vida social, la verdad es que el trabajo me quita todo el tiempo – dije, sonriendo ante lo obvio. - Menos mal, pero por si las dudas, nuestro contrato tendrá alguna clausula relacionada a eso – comentó y supe que él no confiaba en mí. Mientras el mesero retiraba nuestros platos, yo me disculpe para ir al baño, al regresar sabía que debía dar mis respuestas, todo parecía muy bueno, no tenía problema alguno para cumplir con esto, si todo sería igual que en aquella velada, sonreír y “actuar enamorada”, era pan comido, tenía mucho que ganar y nada que perder. Y volví a pensar en los planes, sin más había tomado la decisión. Tercero - ¿Y bien señorita Fiore? – preguntó a mi regreso, mientras entregaba la cuenta al mesero que se retiraba no apartaba la mirada de mí. - Pues acepto el trabajo, señor Rizzo – dije sin más y él asintió. - Perfecto, creo que ha tomado una buena decisión, señorita… - dijo, y tomo pausa de nuevo, creo que algo no lo dejaba tranquilo – pienso que debería quitarle el título de “señorita”. - ¿Cómo? – pregunté confusa. - Debería dejar de hablarme de usted y ya no decirme señor, pero supongo que lo podemos ver más adelante. Por ahora necesito que chequemos bien las bases del contrato y veamos lo que acontecedera alrededor de usted – miro su reloj de mano, y yo hice lo mismo, en 30 minutos iniciaríamos labores – por lo pronto, se tomara el día. - ¿Cómo? - Necesito que revise algunos papeles y escoja ciertas cosas, por otra parte será lo mejor pues no creo que quiera lidiar con eso… - señalo tras de mí, indicando a una pareja “sospechosa” con lentes oscuros “paparazis” – y tampoco podrá lidiar con sus compañeros de trabajo. - Serena… - susurre, y asentí ante lo que decía. - Entonces, vamos. Nos pusimos el pie al mismo tiempo, mientras tomaba mi bolso de mano y mi gabardina, por otro lado él me tomaba la mano libre y me acercaba hacia él. - Creo que la actuación empieza ahora mismo – susurro, llevándome por entre las mesas, yo solo me deje llevar. Mi jefe me dejo en mi edificio, con unas carpetas, dijo que podría esperar una llamada de él más tarde, aquello me dejo con los pendientes, no agradeció nada y se fue tan rápido como me baje. Tampoco podría esperar un gracias de su parte, después de todo no era un “favor”, era un “servicio”. - Mi jefe – susurre por lo bajo, pensé en lo que dijo al final “cambiar los títulos” eso solo significaría que debería llamarlo por su nombre, un diminutivo o en el peor de los casos – Querido o cariño. Evite pensar en eso, pues me ponía el corazón al cien y el rostro caliente como brazas, me dedique a hojear las carpetas que me había dado. Me impresione bastante al verlas, no solo había información de tiendas en el “Golden Cuadrilátero” o mega-tiendas en el Corso Vittorio, restaurants de etiqueta o nuevos edificios departamentales. También había una carpeta que contenía información de él, de su familia, de la compañía, cosas personales. Él había dicho que escogiera lo que más me gustara, que después mandaría por mí, para ver todo, y arreglarlo, por momentos pensé que mantendría un perfil bajo, seguir siendo “la chica que no encajaba con él” o tal vez esto era mi pago, o tal vez, ¿no podría pensar verme tan mal? Deje todas las carpetas de cosas materiales y concentre mi atención en lo personal. Conocería más a mi jefe, me hubiera gustado que esto me lo comentara de frente y no como un libro que tal vez me tendría que aprender de memoria. Arturo Rizzo 3/Julio Edad: 31 años Estatura: 1.82 Lugar de nacimiento: Nápoles, Italia Estudios: Licenciatura en Administración y dirección de empresas en Universidad de Milan Un master en dirección de moda en Milano Fashion Institute Un degree en Fashion Marketing en Pearsons, The New School for Design, en New York Familia: Padre (falleció): Ronaldo Rizzo Madre (59 años): Geovanna Macabelli 2 hermanos: Mayor, Marianne Rizzo (Ama de casa) Menor, Franco Rizzo (Médico cirujano) Aficiones: Leer novelas históricas Practicar equitación Nadar en épocas de calor Lugares favoritos: Lugares tranquilos y templados. - Este señor no tiene nada de interesante – susurre y observe que esto no lo había escrito él, me pregunto a quien le había tocado la ardua tarea de hacerle un perfil. Mientras pensaba esto, el timbre de una llamada entrante me alerto, pensando sería mi jefe tome con rapidez el celular, pero era mi compañera y amiga Serena. - ¿Bueno? – dije, pensando en las excusas. - ¿Dónde estás? ¿sabes que toda la oficina está hablando de ti en este momento? ¡Qué digo la oficina! ¡Todo el mundo!– grito en exasperación. - Buen día, Serena – le dije, tratando de sonar tranquila. - ¿Qué? Necesito una explicación ahora mismo ¿qué ra...yos está pasando? - Largo de explicar – dije. - Pues empieza, tienes 5 minutos… ¿Cómo rayos te enrollaste con Arturo Rizzo tan rápido? Apenas ayer eras su acompañante y hoy eres su novia. ¿de qué me perdí? - De nada, solo sucedió – no sabía que decir, no había hablado con el jefe sobre si esto quedaba solo entre los dos, o podía hacérselo saber a otras personas. No quería echar a perder el plan de ensueño apenas empezando. – tendrás que darme tiempo para explicarte todo. - ¿tiempo? Tienes 2 minutos exactos, empieza a hablar Sarah, además ¿Por qué no llegaste al trabajo hoy? - Me dio el día libre - ¡Dios! Apenas están iniciando y ¿ya te está consintiendo? O… es que acaso te sacara de ¿trabajar? - ¿Qué? Obvio no, Serena. Necesito trabajar, no puedo dejar botado todo, seguramente el lunes estaré de vuelta. - Ah bueno… y ¿dormiste con él? - ¿co… cómo? – casi se me caía el celular de las manos, al oír su pregunta - ¿Que si dormiste con él? – pregunto ella, elevando un poco la voz - Cállate Serena, si te escuche, pero ¿qué cosas preguntas? No, es obvio que no, apenas estamos iniciando, además aun no me lo creo. - Sarah, es tu jefe, nuestro directivo, uno de los hombres más ricos del país, súper famoso, Dios, te has sacado la lotería. - Eso creo – dije, suspirando - ¿Eso crees? Eso es lo que tienes, en fin, tengo que colgar, me tienes que contar mil cosas, debemos quedar mañana, ¿entiendes? Claro, si no tienes planes con el maravilloso Arturo Rizzo. - No le digas así. - ¿Así como? Maravilloso, lo es ¿no?... como sea, debo colgar, un beso – y corto la llamada. Arturo era ¿maravilloso? Las próximas horas me entretuve viendo los edificios departamentales y las tiendas de ropa, nunca había visto cosas iguales, tampoco imagine que algún día lo podría conseguir. Dios, esto parecía un sueño Una vez más el timbre de una llamada me despertó, me había quedado dormida viendo la televisión, mire la pantalla, era mi jefe. - Estoy afuera – dijo, cuando le tome la llamada - ¿podría esperar un momento? No estoy arreglada. - 5 minutos – dijo y colgó. ¿qué ra...yos? Aun no se le quitaría aquella actitud prepotente. - Buenas noches, señor – dije, al entrar en su coche, me había puesto unos jeans y una playera sencilla, sin embargo los stilettos y el blazer que había escogido le daba al outfit algo de formalidad. - Creo que la noticia ha ido más rápido de lo que imagine – dijo y se puso en marcha. - No podíamos esperar menos, señor, usted dio la noticia a voces - Si si, mi familia quiere conocerla. - ¿Cómo? - La noticia fue transmitida internacionalmente, mi madre ha tomado el primer vuelo de Copenhague a Milan, para venir a verme, y conocerla. - ¿su madre? – no podía procesar la información tan rápido. - Al parecer no me perdona que no le hubiera comentado de lo nuestro y que se haya tenido que enterar por las televisoras. - Espere, señor – dije, entre confundida y paranoica – no puede permitir esto, no estoy preparada. - Tranquilícese, pasara un día con mi hermana en Roma, después vendrá aquí. Tendremos dos días para prepararlo todo. - ¿Su hermana también vendrá? – pregunte, estaba segura que ya empezaba a hiperventilar. - Por supuesto, la noticia ha llegado a oídos de todos. Me voltee a verlo, parecía muy tranquilo ¿acaso no veía la dimensión del problema? sería presentada como su “novia” a su señora madre, no sé si podía con esto. Llegamos a un edificio con departamentos sumamente lujosos, no tuve dudas de que aquí viviera él, pero ¿Por qué me traía a su casa? Subimos hasta el último piso y tal como lo había previsto era el pent-house. Estaba exquisitamente decorado, con tonos negros, grises, y burdeos, tenía grandes ventanales que daba una vista impresionante de la ciudad. - Puede tomar asiento – dijo, mientras se dirigía a lo que imagine seria la cocina - Gracias. No dejaba de voltear por todos lados, me hubiera conformado con tener solo el sofá en el que me había sentado, era mullido y de color negro, contrastaba con la alfombra borgoña bajo mis pies o tal vez me conformaría con el cojín , que al tacto era tan suave. - Es muy bonito su hogar, señor – dije, cuando regreso con dos bebidas y me dio una. - Si bueno, lo que un decorador de un medio millón puede lograr, ¿no? – sonrió irónicamente, se había quitado su saco, y aflojado su corbata, daba un aire más relajado, nada que ver con el jefe gruñón de semanas atrás – y bueno, ¿leyó lo que le di? - Sí, claro – le dije, mientras sacaba las carpetas de mi bolso y las ponía encima de la mesita de la estancia. - Y bien ¿algo que le agrade? Abrí la carpeta del edificio de departamentos en donde había puesto uno de los post-it para separarlo, era un edificio sencillo por fuera, ubicado en el cuadrante sur cerca del trabajo, el departamento era amplio, me había motivado porque la renta no era tan elevada y sabía que en un futuro podía mantenerle. - Creo que no – dijo él y se acercó a la carpeta a buscar un poco. Me molesto que pasara por alto mi decisión, pero no quería abusar de su generosidad, por otro lado, pensé que estaría en busca de algo aún más barato, después de todo era su dinero, me impresione cuando señalo un departamento con balcón, localizado en el cuadrante este - este es mejor. Le mire las especificaciones y si era más bonito que el anterior, mucho más amplio, la vista a las fueras era impresionante, además que lograba conquistarme con el jacuzzi en el baño. Pero el precio, casi triplicaba. - Señor, creo que es algo muy costoso para mi - Si, la buena noticia es que yo lo pagare. - Pero, me queda muy lejos del trabajo. - No es problema, puedo hablar con mi agencia, y que le den un carro mañana temprano. Sabe manejar ¿no? - Sí señor, pero… preferiría el primero, además pensé que quería que mantuviera el mismo perfil, esto no encaja en nada con el perfil que quiero proyectar – dije marcando la foto del lujoso departamento. - Tiene razón, pero no quiero que se comente que soy desconsiderado con usted, además… - hizo una pausa, y supe que estaba considerando lo siguiente que diría. - ¿además? – le alenté. - Siempre daba regalos como estos, en mis relaciones pasadas– susurró Aquello me hizo bajar la guardia, de cierta forma le comprendía, pero era muy lujoso y dudaba poder pagarlo después. - Si bueno, yo no soy su novia realmente – dije. - Eso no lo saben los demás… por cierto, ¿le ha comentado a alguien de lo nuestro? - ¿lo nuestro? Ya todo mundo lo sabe después de todo ¿no? - No me refería a eso, hablo del trato. - Ah no, a nadie. - Perfecto, esto es confidencial, ¿sabe? No puedo correr el riesgo de que se filtre la información de nuestra relación. Lo comprende ¿verdad? - Sí señor, pero entonces… ¿Cómo paso lo nuestro? - Fácil, el trabajar continuamente a mi lado, hizo que despertara sentimientos por mí, yo por supuesto la consideraba un buen elemento para la compañía, usted se declaró y tiempo después nos enamoramos uno del otro. - ¿Así que yo desarrolle los sentimientos primero? – pregunte con ironía. - ¿podía ser de otro modo? - Podría ser al revés, ¿no? - Eso sería imposible… no me hubiera fijado nunca en usted y además… tenía una relación en ese momento. Se le ensombreció el rostro y por un momento pensé que actuaría molesto y arrogante y aunque el comentario me afecto la vanidad por completo “No me hubiera fijado en usted nunca”, decidí evitar la confrontación. - Tiene razón, señor. Eso diré entonces – le dije, con la mejor sinceridad que pude, pero una parte de mí, hubiera deseado que él fuera el loco enamorado. Al final de cuentas no pude quedarme con el apartamento que había escogido en un principio, pero tampoco le acepte el que me proponía, por lo que dejamos uno intermedio, un costo más elevado que el primero, situado cerca del trabajo y sin jacuzzi. Hizo algunas llamadas, para que mañana temprano fuera a comprar ropa al “Golden Cuadrilátero”, él escogió las marcas, también llamo a su agencia para pedir un automóvil, no escatimo en precio tampoco y me dijo que sería un Audi A4 del año, ante mi poca participación le comente que me gustaría en color blanco, él me miro extrañado. - El auto que sea en blanco y con asientos de piel color arena – dijo, y colgó - Gracias, señor. - Si bueno, todo sea por un buen servicio, hablando del servicio, ya puede quitarme el título de “señor” – dijo - Disculpe, señor – pronuncie lo último con cuidado – pero supongo que en privado podemos seguir tratándonos con formalidad ¿no? - Supone bien, pero necesito que te acostumbres, Sarah – dijo y me sorprendí al escuchar mi nombre sin “señorita” por delante y hablarme de tu. - Correcto, Arturo - Mucho mejor. De camino a mi casa, me comentó que el contrato estaría listo mañana temprano y que podría leerlo de camino al shopping, por otra parte, me pidió que estuviera lista para la hora de la comida. - ¿Iremos a algún lugar? – pregunte - Comeremos con mi hermano menor Franco. Por cierto ¿ha leído mi biografía? – pregunto al estacionar el carro. - Si si, señor… pero ¿con su hermano? Pensé que lo veríamos hasta el domingo. - Si bueno, pero él está aquí en la ciudad, supongo que no puedo retrasar su presentación con él. ¿Puede quitarme el titulo? - Si, si Arturo, discúlpame - No hay problema. ¡Ah! Y por favor, mándame a mi correo tu información - ¿mi información? - Si, tú biografía, trabaja en ella hoy. Debo conocerla más, en menos de 12 horas debo saber quién es usted - No tengo mucho que contar. - Yo decidiré eso, la veo mañana. Lo vi perderse en la esquina. Lo primero que hice fue prender el ordenador y trabajar en mi biografía, me guie de la suya. Sarah Fiore 28/Octubre Edad: 27 años Estatura: 1.68 Lugar de nacimiento: Grosseto, Italia Estudios: Licenciatura en Relaciones Publicas en Universitá degli Studi di Trento Un diplomado en diseño de modas en University of Applied Arts en Viena, Austria Familia: Padre (57 años): Miguel Fiore (Contador) Madre (54 años): Lisa Neri (Ama de casa) Hermana menor: Elisa Fiore (Estudiante de bachillerato) Aficiones: Leer novelas románticas Actualizar mi blog Comer paletas de hielo Ayudante de casas hogar de perritos maltratados Lugares favoritos: Casa de mis padres. Playa - Dios, me siento como si estuviera escribiendo un curriculum – suspiré cuando terminé, me sentía extraña hablando de mí, para él. – Mañana será un largo día, así que lo mejor será que mande esto y me vaya a bañar. Desperté temprano, me arreglé informalmente para ir a comprar, después de todo, creo que todo mi armario seria cambiado ese día, me pregunte vagamente cuando empezaría la mudanza y mientras tomaba un café, el celular comenzó a sonar. - Buenos días, ¿estas lista? – pregunto él al otro lado de la línea. - Si, en un rato salgo – le dije. - Perfecto, ya mande por usted. ¿Le parece si la veo al medio día? ¿Cree haber terminado para esa hora con sus compras? – preguntó indeciso. - Me parece bien, no sé cuánto tarde haciendo compras, además es sábado debe haber gente ¿no? - No se preocupe por eso, mande a cerrar las tiendas que pedí que visitara. En el coche que vaya por usted estará el contrato, chéquelo y la veo al medio día. En camino me leí el contrato, parecía un contrato laboral, pero las palabras servicio de noviazgo temporal resaltaban, todos los puntos antes hablados estaban y la cantidad a pagar también (medio millón de euros cada 3 meses) del mismo modo, la propiedad y el coche que recibiría, una cláusula de “fidelidad” y de “confidencialidad” que de ser rota, la cancelación total del contrato, en fin, no había nada que no se hubiera comentado antes, y sin más, firme. Ya había hecho el pacto. Mientras entraba en una de las boutiques, pensé en la gran influencia que tenía mi jefe y con el poder de su influencia podía hacer grandes cosas. Las dependientes de la tienda ya estaban avisadas, con rapidez trajeron ante mi lo mejor de toda la ropa de temporada y lo que se estaba viendo en pasarelas de Londres y Nueva York, por un momento pensé que me sentiría muy bien vistiendo la marca de Elemental. Pero al ver marcas como Chanel, Versace, Armani, Gucci, Prada entre otras, descarte por completo la idea. Me probé muchísima ropa, entre vestidos de noche, vestidos de día, formales y casuales, blusas frescas, camisas de punto, suéteres de cashemere, gabardinas de lana, faldas de algodón y pantalones de vestir, no pude evitar llevar un par de jeans y algunas playeras cómodas, también escogí pares de zapatos, entre tacones, tenis, unos mocasines y algunas sandalias. Al poner mis ojos en algunos artículos de joyería y al recordar el “crédito infinito” me hice con un par de pendientes, una gargantilla y algunas pulseras. Cuando pensé que tenía todo, una de las señoritas que me estaba acompañando a las compras y que al parecer había sido designada por mi jefe, me dijo que faltaba solo una cosa más. - Lencería, señorita – dijo ella. - ¿Cómo? No creo que sea necesario, lo que traigo está bien. - Disculpe, señorita. Estas son las ordenes que siempre sigo del señor Rizzo – dijo cuando vio que me negaba y vi algo de pánico en su rostro. Al final accedí, no quería que tuviera problemas por mis negativas, además el hecho de que comentara que “siempre seguían este tipo de órdenes” me hizo adivinar que no era a la primera “novia” que llevaba de compras, me llevo a escoger lencería en Carine Gilbson, me hice por lo obvio, unas pantaletas y brasiers a juego, me compre algunos bralets y muchos pares de medias y pantimedias. Sin embargo al pasar por lencería atrevida y sensual, no pude más que agarrar un baby doll negro y dos camisones cortos con transparencia, estaba segura que mi cara estaba más roja que los tomates, pero debía representar bien el papel de “novia”, para mis adentros supondré que eso hacen.

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